Los precios del cannabis han disminuido un 13 % en 2017 en Estados Unidos y se espera que sigan cayendo aún más en 2018. El avance legalizador en el país está suponiendo un auténtico terremoto económico. La industria intenta estabilizarse en un mercado casi desconocido, del que cuentan con pocos referentes, más allá de Uruguay. Por ello, los precios de la marihuana no han dejado de caer desde que se reguló la venta en distintos estados, y de momento parece que aún no han tocado fondo.
Quizás no te hayas dado cuenta, pero en la comunidad cannábica todo ha ido muy rápido en las últimas décadas. Tomando los datos de Estados Unidos como referencia se ve que la industria de la marihuana ha recorrido un camino muy largo en un período de tiempo muy corto. En 1995, ni un solo estado norteamericano tenía aprobada alguna ley que regulase el uso o la venta del cannabis, ni siquiera en términos terapéuticos. Además la encuesta Gallup de aquel año, uno de los mayores termómetros de opinión pública del país, mostraba que solo un 25 % de los estadounidenses encuestados estaban a favor de la idea de legalizar la marihuana a nivel nacional. El panorama en poco más de 20 años es distinto. En 2018, hay 29 estados que han regulado el cannabis de alguna manera u otra; de ellos, nueve han legalizado la venta de marihuana con fines recreativos. La última encuesta Gallup, realizada en otoño de 2017, indica que el 64 % de los ciudadanos encuestados están a favor de la legalización, lo que supone un récord histórico en la sociedad estadounidense. Además, la reciente aprobación de la legalización del cannabis recreativo en Canadá pone el debate al rojo vivo en el país.
A medida que la industria crece, los precios bajan
A pesar de todo ello, el Gobierno federal mantiene clasificado al cannabis como sustancia de la Lista I (al nivel de la heroína), lo que significa que sigue siendo totalmente ilegal a nivel nacional. Aunque esto supone un importante obstáculo para que la industria cannábica prospere, esta ha ido creciendo en aquellos estados donde sí se ha regulado. Por ejemplo, el Departamento de Ingresos de Colorado registró 1490 millones de dólares (1250 millones de euros) por las ventas de cannabis en 2017, un 15 % más que el año anterior y más del doble de lo que se había reportado en 2014, el año piloto en el que la venta de marihuana recreativa se legalizó en el estado de las Montañas Rocosas.
Distintos informes indican que la industria solo va a crecer en los años venideros, como resultado de los estados que se han sumado a la legalización recreativa, como California y Oregón, y aquello en los que el negocio no deja de expandirse, como Washington y Colorado. Se estima que la ventas llegarán a los 17.000 millones de dólares (14.530 millones de euros) en 2021. Las expectativas son altas, ya que se espera que más estados se sumen a la legalización en los próximos años. Además, a medida que la industria se expande, los precios del cannabis caen. Según Cannabis Benchmarks, una agencia independiente sobre informes de precios con sede en Denver (Colorado), los precios al por mayor de la marihuana están cayendo y muestran pocas señales de desaceleración. En septiembre de 2015 el valor tocó techo, con la libra (equivalente a 454 gramos) a 2.100 dólares (1795 euros), lo que significa que el gramo costaba aproximadamente 4 euros al por mayor. En 2016 el precio del gramo bajó a aproximadamente a 3,36 euros. El último informe, de otoño de 2017, indica que el gramo está a 2,82 euros, lo que indica una tendencia que seguirá cayendo en 2018.
Las razones de esta caída de precios
Existen varios factores que están propiciando este descenso de los precios tan precipitado. El principal probablemente sea la inexperiencia. Con permiso de Uruguay, no existen apenas referentes a los que la industria pueda acudir para planear sus estrategias de mercado. El nuevo marco legal de algunos estados norteamericanos es totalmente terreno fértil, por lo que de momento se está experimentando. El ejemplo más claro de esto es la minicrisis que vivió el cannabis en 2011 en el estado de Colorado.
Recurriendo a la vieja receta capitalista de bajar los precios y aumentar la producción para afianzar un producto, en 2011 muchas empresas se lanzaron a esta estrategia, sin entender que el cannabis no funciona igual que otros artículos. Los excesos de cosecha no pudieron colocarse en aquella época, cuando el cannabis era solo legal para pacientes, por lo que muchos negocios no pudieron hacer frente con los costes y cerraron. Otros productores se lanzaron al mercado negro para dar salida a la sobreproducción y acabaron siendo detenidos por los federales. De alguna manera Colorado ha actuado de conejillo de Indias para el resto de la nación, y junto a Washington sigue siendo el laboratorio económico de la industria cannábica. Por ello, de momento cruzan los dedos para adivinar con la producción anual, aunque siempre tirando al alza, lo que crea un exceso intraestatal de cannabis que afecta a los precios, es decir, que los baja. Esto puede resultar inofensivo en los pequeños y medianos productores, pero no tanto en las grandes empresas. Las grandes firmas de cannabis intentan inundar el mercado con marihuana para asegurarse acuerdos de suministro a largo plazo con los minoristas, así como para estrechar lazos emocionales con los consumidores. Además, de esta forma pueden reducir los precios y los márgenes, algo que no resulta tan rentable para los competidores más pequeños del mercado cannábico. Por ello, al bajarlos, los productores más grandes consiguen dejar fuera de juego a lo más pequeños, asegurándose su posición en el mercado y sus ganancias en un futuro. No solo están dejando fuera a los competidores legales, sino al cártel de México, al que ya no le sale rentable traficar.
Por último, puede que la euforia inicial que está invadiendo Estados Unidos con el avance de la legalización juegue un papel muy importante en la bajada de precios. Ciudades como Denver se están convirtiendo en las nuevas Ámsterdam, con muchísima demanda cannábica gracias al turismo posterior a la legalización recreativa. Esto podría desinflarse con el paso del tiempo, cuando la legalización se haya extendido y sea estable, por lo que los precios volverían a subir. La bajada de precios, por lo tanto, podría ser un fenómeno transitorio o un suceso que necesita de cierto control estatal, para proteger a las pymes. Los datos de todos estos estados se están estudiando cada año más al detalle, para equilibrar oferta y demanda. Por ello, Canadá y su nuevo marco legal, que entrará en vigor este otoño, están levantando mucho interés: quieren ver cómo fluctúa el mercado de la primera potencia del G20 en legalizar la marihuana.
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