Desde principios de 2018, en California es legal el cannabis recreativo. Sin embargo, desde hace años existía un lugar en su territorio que ya sacaba rendimiento económico a la planta. El condado de Calaveras, en el norte del estado, ofrecía licencias y recaudaba impuestos a todos aquellos que querían instalar allí sus plantaciones. Sin embargo, ahora, unos meses después de la legalización en todo el estado, han cambiado de opinión y el pasado 10 de enero han prohibido el cultivo comercial. El miedo a la llegada de extraños y la posible degradación ambiental son los principales motivos de esta decisión.
Lo ocurrido en los últimos años en torno al cannabis en el condado de Calaveras, a menos de dos horas en coche de San Francisco, es sin duda llamativo. En el estado es legal la marihuana medicinal desde 1996, pero no fue hasta noviembre de 2016 cuando se decidió que también lo sería la recreativa, algo que ha tenido lugar a comienzos de 2018. Sin embargo, en Calaveras, con una gran tradición cannábica, aprovecharon la oleada a favor de la planta para establecer en 2016 una ordenanza de urgencia y temporal, que duraría hasta febrero de 2018 y regularía el cultivo de marihuana medicinal y recreativo para comercializar. Para ellos, era el momento perfecto. En las últimas décadas, esta antigua región minera y maderera había vivido un éxodo imparable de empresas y su economía estaba muy resquebrajada. En 2015, la zona fue arrasada por el devastador incendio que obligó a sus vecinos a abandonar casas, vender sus tierras y marcharse. Su población, de más de 44.000 habitantes, está envejecida, y la tasa de crecimiento del condado es negativa (las muertes superan los nacimientos en alrededor de 100 por año).
Ante este contexto, sus autoridades vieron en el apoyo al cannabis la mejor forma de dar un nuevo rumbo a la zona. Así, buscaron monetizar el próspero cultivo local de la marihuana con impuestos y otorgando licencias para cultivar con fines lucrativos. Cada permiso costaba unos 5000 dólares (unos 4055 euros), y por cada metro cuadrado cultivado en exterior pagaban 20 dólares (unos 16 euros) y en interior 50 dólares (unos 40 euros). Así, el condado recaudó en impuestos entre los productores de marihuana casi 4 millones de dólares (algo más de 3 millones de euros) en solo seis meses y más de 7 millones (en torno a 6 millones de euros) desde 2016. Incluso se estimó que en los próximos años la industria cannábica generaría casi 3500 puestos de trabajo, de los cuales algo más de 2500 serían directos. Sin embargo, en los últimos meses, todo ha cambiado. Las nuevas autoridades, recientemente elegidas, han decidido prohibir el cultivo comercial de cannabis. Esta nueva medida, acordada el pasado 10 de enero, afectará a unos 200 cannabicultores con permiso y a muchos otros que estaban a la espera de obtenerlo, pero ya lo tenían todo preparado para instalarse en el condado, alentados anteriormente por las propias autoridades.
Las verdaderas razones de la prohibición
Muchos lo ven como algo inexplicable; sin embargo, los promotores de la prohibición argumentan que la nueva masa cultivadora no ha hecho nada más que perjudicar al condado. Productores que no cumplen con las medidas acordadas, gente de fuera que trae problemas a los pueblos y la incipiente degradación de las tierras por cultivos tan masivos han hecho cambiar las tornas y, donde un día se vio prosperidad, ahora solo hay preocupaciones en torno a la contaminación y el crimen. Sin embargo, a muchos esta prohibición no les ha pillado por sorpresa. El presidente del grupo de agricultores Calaveras Cannabis Alliance, Trevor Wittke, ha dicho que ya se estaban preparando para la prohibición, especialmente después de que, tras las elecciones, llegaran a las instituciones del condado líderes a favor de acabar con el cultivo de la marihuana.
Desde hacía tiempo, el ambiente entre los habitantes del condado estaba enrarecido. Según datos aportados por el 'sheriff' del lugar, en la zona se había instalado más de 1000 granjas ilegales frente a las 200 que sí tenían las licencias convenientes. Algo que hizo saltar las alarmas de sus habitantes más envejecidos, al ver cómo su pueblo de toda la vida se llenaba de gente extraña (y en muchos casos, con una actividad clandestina). Cada vez era más habitual ver caravanas viejas aparcadas en cualquier lugar cercano en el que crecían cientos de plantas, algo que no gustaba nada a los lugareños. "El cultivo comercial de marihuana ha traído y seguirá trayendo un componente criminal a nuestro condado", se puede leer en la web del comité creado para promover la prohibición. Además, argumentan que el cultivo comercial está causando daños al medioambiente al utilizar, en algunas plantaciones "supuestamente orgánicas", fertilizantes, pesticidas y productos químicos que pueden filtrarse en el suelo y el agua.
"Existe una fuerte carga conservadora moral y religiosa en la prohibición", asegura Wittke. La mitad de sus gentes tienen más de 50 años y muchos son jubilados atraídos aquí en los 90 por precios de terrenos baratos, campos de golf y complejos de viviendas para personas mayores. Jack Garamendi, uno de los miembros de la junta de Calaveras que se mantuvo en su asiento en las últimas elecciones a pesar de apoyar la industria de la marihuana regulada, cree que hay "mucho de ideología y miedo" en esta petición popular. A todo ello se une que Calaveras, conocido también por servir de inspiración para los relatos del popular escritor Mark Twain, no ha sido el único condado que ha decidido prohibir el cultivo comercial. A la lista también se unen Placer, El Dorado y otras jurisdicciones de la Sierra Foothill, dejando a Sacramento y el condado de Yolo como algunas de las pocas zonas donde sí se permite.
Las reacciones de los procannabis
Uno de los afectados por la prohibición será Prapanna Randall Smith. Este profesor se jubiló en 2011 y se mudó a Calaveras para dedicarse a su otra gran pasión además de la enseñanza: el cultivo de cannabis. Él fue uno de los primeros en conseguir un permiso para el cultivo. Su negocio, Magic Show LLC, cumplía con todo lo necesario para desarrollar su actividad y, años tras año, pasaba todas las inspecciones rutinarias. Smith tiene claro que esta medida prohibitiva no solo va a perjudicar a los cultivadores como él, que vendía principalmente a los dispensarios de marihuana medicinal de California, sino que también es un varapalo para la economía de la zona. "Este puede ser uno de los condados más ricos, per cápita, en América", dijo. El lugar cuenta con unas excelentes condiciones climatológicas. Sus días calurosos y sus noches frías hacen que algunos cannabicultores vean la zona como el mejor sitio del mundo para cultivar cannabis. Por ello, los primeros en rebelarse contra esta medida han sido los cultivadores, para los que se ha dado un límite de 90 días con el fin de que cesen su actividad, aprobada el pasado 10 de enero. La indignación es máxima y aseguran que interpondrán demandas judiciales por todos los impuestos y permisos que han tenido que pagar hasta la fecha. Incluso también hay quien argumenta que esta prohibición no servirá de nada para acabar con la presencia de cultivos clandestinos, sino al contrario. El agricultor Caz Tomaszewski cree que la regulación es la única capaz de luchar, ya que, gracias a ella, se tiene una idea muy clara de quién está dentro de la norma y quién no.
Además, los detractores de la prohibición argumentan que la industria regulada del cannabis podría atraer el turismo. Así, nuevos negocios aparecerían en los que habría una oportunidad de empleo, y jóvenes y familias acudirían al lugar para garantizar las futuras generaciones de Calaveras. Incluso, la regulación del cultivo estaba siendo una buena inyección económica para las arcas públicas, lo que también repercutiría de manera positiva en los servicios para los ciudadanos. Ahora, con todos estos argumentos, los procannábicos están luchando para paralizar la prohibición y así sacar al condado de su debacle.
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