Desde el pasado 1 de enero los californianos pueden usar marihuana recreativamente. Pero los grandes incendios que se han producido en el norte del estado durante el otoño han afectado a muchos cultivadores de cannabis, que han visto desaparecer su fuente de ingresos justo cuando comienza este incipiente mercado legal. Por si esto fuera poco, y debido a la imposibilidad de trabajar con bancos y aseguradoras, tienen que enterrar su dinero en efectivo en las propiedades, un dinero que también puede desaparecer con las llamas. La prohibición federal impide tener pólizas y cuentas que protejan el dinero y la fuente de sustento de todos estos cannabicultores.
La que ya se considera la peor ola de incendios forestales en la historia de California no podría haber llegado en peor momento para el mercado cannábico: en plena temporada de cosecha y a pocos meses antes del lanzamiento en 2018 de un programa de marihuana recreativa que los votantes aprobaron hace más de un año, lo que significa que el cannabis legal ya está disponible en todo el estado para cualquier persona mayor de 21 años. Pero, ¿será suficiente el daño producido por estos incendios para complicar el lanzamiento de lo que se estima es el mercado de cannabis más grande del mundo? Las pérdidas de los cultivadores se traducen fácilmente en millones de dólares. Y a la desolación por la destrucción de sus plantaciones se suma el dolor al saber que ningún seguro les puede cubrir la inversión que habían hecho. Con el fuego desaparece su tal vez única fuente anual de ingresos. Los incendios se han cebado especialmente con los condados de Sonoma, Napa y Mendocino, donde el cultivo legal de marihuana para consumo terapéutico y recreativo es la forma de vida para muchas familias. Lo que hasta hace unos días era sinónimo de ganancias ahora es ceniza. Y no solo se han perdido las plantas: también equipamiento como invernaderos, materiales de cultivo o centros de procesamiento. De acuerdo a la Asociación de Cultivadores de California, unas 50 granjas se han visto afectadas directamente por las llamas, aunque se espera que el número aumente significativamente a medida que los productores regresen a sus hogares para evaluar los daños.
Medio centenar de granjas destruidas puede parecer una cifra relativamente insignificante para un estado donde que se cree existen más de 50.000 cultivadores de cannabis en distintas situaciones de legalidad. Pero debido a las órdenes de evacuación, y a que el valor del cannabis es enorme, los ladrones también han hecho de las suyas: granjas abandonadas y cosechas listas para recoger son un plato demasiado apetitoso para los amigos de lo ajeno. Así, según los analistas, la falta de existencias ya se está notando en el mercado y las interrupciones en la cadena de suministro puede hacer que los precios de la marihuana aumenten en California entre un 10 y un 20 por ciento durante los primeros meses del año. Y es que los fuegos han tenido lugar en otoño, el momento más dramático para un cultivador de cannabis en California: es entonces cuando muchos están esperando para la cosecha y posterior venta, así que no tienen dinero para pagar este imprevisto y hay que empezar de nuevo a germinar semillas para preparar una nueva plantación. De hecho, algunos agricultores, al saber que el fuego se acercaba, recolectaron deprisa y antes de tiempo, con el fin de salvar parte de su sustento anual. Varios de ellos, incluso, se saltaron las órdenes de evacuación para que no se perdiera todo su esfuerzo. https://www.youtube.com/watch?v=fNFQa2vev0I Otros se acercaron después de que los bomberos sofocaran las llamas para comprobar si había sobrevivido algo. Fue el caso de Ashley Oldman, que ya había superado en julio una plaga de ácaros y tuvo entonces que replantar. Huyó de madrugada con su hija de 4 años y a la vuelta uno de los invernaderos seguía en pie con toda una plantación. Sin embargo, le queda por comprobar si el humo ha contaminado los cogollos, otro de los grandes problemas con los que se encuentran muchos muchos de los que regresan a sus propiedades. Y es que los cultivos expuestos al humo son más vulnerables a las enfermedades, lo que podría conducir a niveles no saludables de hongos y moho en la producción. Además, la marihuana también puede oler a humo, lo que hace que pierda significativamente su valor. Muchas cosechas podrán ser rescatadas, pero otras muchas se perderán definitivamente. Algunos se encontraron con que, después de haber cultivado cannabis en clandestinidad durante años, su paso a la legalidad les ha traído la ruina. Es el caso de Andrew Lopas, que quiso regularizar su situación el año pasado y cultivar para el mercado de la marihuana medicinal en Santa Rosa, a donde se trasladó a finales de noviembre de 2016. Huyó por el avance de las llamas y dejó detrás 900 plantas, 1100 kilos de cannabis con un valor estimado de 2 millones de dólares (1,69 millones de euros), 10.000 dólares (más de 8400 euros) en efectivo para pagar a trabajadores y la hipoteca, vehículos y una hacienda del siglo XVIII. Todo desapareció.
Sin seguros ni bancos
La opción de un seguro que cubra estas catástrofes está descartada: las compañías aseguradoras agrarias no tienen pólizas para ello. Y si bien han comenzado a aparecer algunas compañías de seguros específicas para el cannabis, es muy posible que no cubran las plantas destruidas por el incendio. Por si esto fuera poco, los cultivadores tienen problemas para trabajar con las entidades bancarias tradicionales, al ser el cannabis una sustancia prohibida a nivel federal. Por lo tanto, al no tener acceso a financiación, el coste de la reconstrucción saldrá totalmente de su bolsillo. Así, las esperanzas y los sueños de muchas personas que habían invertido en el nuevo negocio del cannabis legal ahora se han convertido en humo: sin un producto con el que financiar las licencias de cultivo o los carísimos derechos de riego, las compañías afectadas por el fuego podrían tener cada vez más dificultades para entrar en este nuevo mercado. Por si el temor a los incendios fuera poco, la imposibilidad de trabajar con los bancos (que pueden ser acusados de lavado de dinero si operan con estos beneficios) obliga a algunos cultivadores a enterrar sus ahorros en los mismos campos en los que cultivan su fuente de sustento o en la propiedad, aunque alejados de las plantas. Era el caso de Cheryl Dumont, una propietaria que tenía una caja con monedas enterrada bajo unos pinos de Mendocino. Hay quien también guarda oro o plata.
El dinero debajo de la maceta
Lo de enterrar en vez de guardar bajo el colchón, como los antiguos, tiene su explicación: al ser cultivadores de cannabis que no pueden contar con una cuenta bancaria, sus casas tienen más posibilidades de ser asaltadas. Buscar una caja enterrada en la inmensidad de un bosque o en un sitio de más acceso espanta a los posibles ladrones. Sin embargo, si el fuego afecta a las plantaciones, no hace una excepción con estas cajas de dinero. Normalmente están enterradas a poca profundidad, para que sea más fácil recuperarlas. Así, la combustión también les afecta convirtiendo el dinero en ceniza y, por lo tanto, también se pueden perder los ahorros de una vida o el dinero para imprevistos. Entre los cultivadores circulan todo tipo de historias, como la de uno que perdió 250.000 dólares (casi 212.000 euros) tras un incendio o la de otra persona que consiguió salvar su oro y plata, ya que lo había enterrado lo suficiente como para que no se derritiera. Por todo esto (y por el nivel de secretismo con el que algunos cultivan, al margen de la legalidad), es muy difícil estimar el coste de las pérdidas que han provocado los incendios en la industria cannábica californiana. Por ejemplo, Mystic Spring Farms tenía 900 plantas de marihuana y unas previsiones de 2 millones de dólares (1,69 millones de euros) para esta temporada, pero las llamas del pasado mes de octubre lo devoraron todo. Su cofundador, Kelvin Craver, afirmó que sabían de algunas compañías que ofertaban seguros para campos de marihuana. Sin embargo, no terminaban de fiarse y no los contrataron: "No sabíamos si cubrirían de verdad el cultivo".
Se ha propuesto un banco estatal que gestione los ingresos y beneficios de la marihuana, pero una iniciativa parecida en Colorado está paralizada en los tribunales, por lo que algunos temen que sufra la misma suerte. Estas situaciones no las tendrán que soportar los cultivadores de vid, otra de las grandes explotaciones agrícolas de California. De hecho, las autoridades no permitieron a algunos cannabicultores volver a la zona evacuada para comprobar el estado de sus tierras, pero sí accedieron con aquellos productores de vino que se lo solicitaron. El auge de las criptomonedas y una mayor aceptación al cannabis pueden cambiar pronto el panorama, pero si no se avanza a nivel federal, los desastres naturales seguirán afectando de un modo especial a los desamparados productores de marihuana, que además seguirán siendo vistos como empresarios de segunda.
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