Una información filtrada por medios de comunicación estadounidenses apunta a la existencia de planes para contrarrestar las opiniones favorables a permitir el cultivo y el consumo de marihuana. Ocho estados y Washington D.C. han legislado el consumo recreativo de esta sustancia. El propio Donald Trump apoyó públicamente que los estados establecieran su propia legislación sobre esta materia, garantizando la no injerencia de la Administración federal. Pero no parece que sea así.
Recientemente, se han hecho públicos algunos planes secretos de la Casa Blanca para aplicar medidas regresivas sobre el cultivo y consumo del cannabis. Esta iniciativa, que parece estar liderada por el Comité de Coordinación de Políticas de Marihuana, tiene como objetivo el tratar de contrarrestar los datos positivos y modificar la postura favorable mayoritaria que mantiene la opinión pública de Estados Unidos. Sin embargo, existen razones para pensar que estos intentos de desprestigio no llegarán a buen puerto.
Será difícil frenar el uso de la marihuana
El primer motivo para pensar que dicho comité no cumplirá su objetivo es que, muy probablemente, sus actuaciones no estén respaldadas por el presidente estadounidense. Según algunas fuentes, los esfuerzos por frenar la legalización de la marihuana vienen de Jim Carroll, jefe de la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas (ONDCP). Sin embargo, a pesar de ocupar este cargo, no está claro que sea una persona de máxima confianza de Donald Trump. De hecho, Carroll nunca fue la primera opción del máximo mandatario para ocupar este puesto.
Además, que esta idea no procede de Donald Trump quedó demostrado cuando el presidente manifestó públicamente que son los estados los que deben legislar y hacer cumplir las leyes sobre el cannabis. De hecho, se comprometió con el senador Cory Gardner a evitar cualquier tipo de injerencia federal en aquellos estados que habían optado por legalizar la marihuana, como es el caso de Colorado, de donde procede Gardner.
El segundo motivo por el que podemos pensar que esta iniciativa no llegará a buen puerto es que Trump realizaría un mal movimiento político, que podría provocar una pérdida de popularidad. Diferentes encuestas demuestran que la marihuana es cada vez más aceptada entre la población estadounidense. Los datos del último estudio de la Universidad de Quinnipiac (Connecticut), publicados en abril de este año, no dejan lugar a la duda: el 63 % de los estadounidenses son partidarios de avanzar en medidas de mayor flexibilidad y la legalización.
Lo más sorprendente en este sentido es que otras encuestas apuntaban a que la legalización de la marihuana era vista con buenos ojos por la mayoría de simpatizantes y votantes del Partido Republicano, que tradicionalmente ha mantenido una actitud más beligerante contra esta planta. Por tanto, si la Casa Blanca iniciara un ataque en esta línea, Trump se vería obligado a abrir un frente que, probablemente, le causaría una importante oposición política y social que no le interesa.
Un mal movimiento político del presidente Trump con respecto al cannabis podría provocar una gran pérdida de popularidad.
El tercer motivo es que la opinión pública ya conoce cuál es la estrategia del Comité de Coordinación de Políticas de Marihuana. Esta se basa en un ataque frontal hacia el cannabis, de un modo absolutamente parcial y sin tener en cuenta las evidencias demostradas por diversos estudios e investigaciones. De hecho, la FDA aprobó recientemente un medicamento a base de marihuana para el tratamiento de algunas formas raras de epilepsia. Eso dificulta que el Comité pueda llevar adelante sus planes de desprestigiar y atacar el uso del cannabis, y presentar a la opinión pública datos que sirvan para argumentar de manera convincente que no hay beneficios médicos asociados con la marihuana.
Con este contexto, es bastante probable que cualquier informe del Comité de Coordinación de Políticas de Marihuana termine en algún cajón de la Casa Blanca, sin suscitar mayor interés. Tanto es así, que las compañías que operan en el sector del cannabis no se vieron afectadas de forma negativa cuando esas informaciones sobre los planes de este organismo se hicieron públicas. Los inversores respondieron positivamente, de tal forma que se incrementó el valor de las acciones de las empresas de esta industria. Es lo que ocurrió, por ejemplo, con Scotts Miracle-Gro o Cannal Royalty. Otras compañías, como Kush Bottles, mantuvieron sus acciones en una línea de estabilidad. Si las iniciativas del Comité fueran tomadas en serio y no se confiara en su fracaso, el funcionamiento de estas compañías se habría visto afectado negativamente, algo que, como hemos visto, no ocurrió.
¿Cuáles eran estos planes secretos?
A finales del pasado agosto, BuzzFeed News publicó una información según la cual la Casa Blanca iba a iniciar una campaña para contrarrestar el apoyo de la opinión pública a la marihuana y a las leyes que ocho estados han desarrollado para legalizar el consumo recreativo. Desde el Comité se solicitó a 14 agencias federales que presentaran datos e informes que avalen ante la opinión pública que el consumo de algún derivado de esta planta resultaba contraproducente, independientemente de lo que sugieren objetivamente los datos existentes.
Es bastante probable que cualquier informe del Comité de Coordinación de Políticas de Marihuana termine en algún cajón de la Casa Blanca.
El Comité de Coordinación de Políticas de Marihuana lanzó esta iniciativa como respuesta a la expansión de leyes que permiten que los adultos consuman marihuana en diversos estados. Los argumentos para el ataque se basan en que una actitud de tolerancia y flexibilidad tendría como consecuencia un aumento del consumo, especialmente entre las personas jóvenes.
Instituciones, políticos y organizaciones en favor de la liberalización del consumo de marihuana han reaccionado, afirmando que si el Gobierno actuase siguiendo las directrices de dicha institución se atacaría la autonomía de los estados y la libertad de los ciudadanos.
Una vuelta atrás
La aplicación de medidas contra el cultivo y el consumo de marihuana ha sido una dinámica durante todo el siglo XX en Estados Unidos. De hecho, la criminalización del consumo se inició en la primera década del siglo pasado. Esta prohibición se alzaba contra el uso recreativo y el medicinal.
Especialmente virulenta fue la lucha llevada a cabo en los años 80 por la administración del republicano Ronald Reagan. El expresidente afirmó que la marihuana era la sustancia más peligrosa que había en Estados Unidos. Ello no impidió que en diversos estados se lograran ciertos avances en la despenalización, como Oregón, Alaska, Maine, Colorado, California y Ohio. Posteriormente, a partir de 2000, otros siguieron pasos similares, por lo que hoy la venta y consumo de marihuana es legal, en Colorado, Washington, Oregón, Nevada, Alaska y California. En otros dos estados, Maine y Massachusetts, así como en Washington D.C., se permite el consumo, pero no la venta. Además, durante el mandato del demócrata Barack Obama, la Administración central mantuvo una política más tolerante hacia el cannabis, aunque sin realizar cambios legislativos a nivel federal.
A pesar de los intentos de los sectores más conservadores y reacios a la marihuana, la tendencia permite ser optimista en la evolución legislativa sobre el consumo de esta sustancia. Las voces favorables son cada vez más y más claras. Y además, no hay que olvidar que el país vecino, Canadá, legalizó la marihuana el pasado mes de junio (aunque no se hará efectiva hasta mediados de octubre), lo que puede significar un punto de referencia para muchos. En definitiva, aunque de forma lenta y progresiva, parece que la legalización de la marihuana será una realidad en todo en la mayor parte de Estados Unidos en los próximos años.
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