Algunas empresas de marihuana localizadas en el Estado de Washington están ejerciendo presión para que la administración regule como obligatorios los análisis sobre pesticidas en los cultivos. Una medida que ya se aplica en otros Estados y que ha hecho saltar la alarma a los pequeños productores, ya que si bien esta ordenanza supondría un mayor control sanitario y aumentaría las garantías al consumidor, también resulta, en muchos casos, un coste imposible de asumir para los negocios más familiares.
Si bien la medida que las empresas más pudientes de la industria cannábica de Washington piden, es beneficiosa en muchos sentidos, una vez más, los pequeños cultivadores se quedarían fuera de juego. El coste estimado del análisis de contenido en pesticidas es de 300 dólares por test aproximadamente, una cantidad demasiado elevada y que los pequeños cultivadores tendrían que poner de su bolsillo. Un coste que se sumaría a la precaria situación de estos cultivadores que ya están teniendo problemas para mantener su negocio a flote debido a la caída del precio del cannabis. Y es que en el caso de Washington, la regulación del cannabis recreacional ha conllevado una saturación de producto en el mercado con la consecuente caída en picado del precio de la marihuana.
Una regulación más consciente
Claramente el producto que llega al consumidor debe pasar por los controles sanitarios adecuados para garantizar que no supone una amenaza para la salud de este. Sin embargo, si se lleva a cabo finalmente esta ordenanza, la administración debería contemplar medidas alternativas que protejan a los pequeños negocios de la bancarrota, de lo contrario, ellos mismo se verían forzados a tomar medidas que reduzcan los costes de producción, como por ejemplo reducir la variedad de genéticas a cultivar. Muchos de estos pequeños cultivadores, están de acuerdo con el aumento del control sanitario sobre el producto, pero no consideran que ellos deban asumir el coste. Una vez más, los padres del movimiento cannábico en Estados Unidos, esos pequeños cultivadores que han sido el motor de la ola reguladora, se quedarían fuera de juego ante los grandes grupos empresariales. Si esta medida se aprobara, Washington se uniría a la lista de otros Estados como Oregón o California, donde los test para analizar la presencia de pesticidas en los cultivos ya son obligatorios para el cannabis de uso recreacional. Por otro lado este test contibuiría a mejorar la confianza del consumidor sobre el producto, ya que en la actualidad, en este Estado solamente son obligatorios los test sobre la potencia del cannabis (niveles de THC y CBD), presencia de microorganismos (hongos, moho y bacterias) y micotoxinas. La solución a este problema no pasa por ignorar el control sanitario del producto final, eso sin duda, es un requisito básico para cualquier producto legal en el mercado. Pero sí sería necesario que la administración tenga en cuenta las necesidades de los pequeños productores, al fin y al cabo, ellos, con su mimo y su pasión por la planta, han sido los que han hecho que Estados Unidos sea un referente de calidad a nivel internacional. Es el momento de plantearse una regulación más justa y adecuada para cada tipo de negocio, de lo contrario, se perderá calidad y variedad de producto. ¿Qué futuro queremos para la industria del cannabis?
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