Los concentrados de cannabis para uso medicinal y recreativo cada vez son más demandados. Debido a ello, la extracción de cannabinoides a partir de la planta se ha convertido en un proceso fundamental para las empresas que operan en el sector. Multitud de compañías ofrecen sistemas de uso industrial que emplean diferentes tecnologías y disolventes para realizar las extracciones.
Más allá de fumar cannabis, existe otra serie de productos que permiten disfrutar de sus compuestos, desde alimentos a aceites o concentrados. Uno de los procesos fundamentales para la elaboración de estos concentrados es la extracción, que permite separar los cannabinoides y los terpenos de la amalgama de sustancias presentes en la planta. Ahora bien, no existe un método único para llevar a cabo ese procedimiento ni tampoco un único disolvente con el que lograrlo: gas butano, etanol o CO2 son algunos de los más usados para separar los cannabinoides, insolubles en agua. La ola legalizadora de la marihuana medicinal y recreativa en numerosas regiones de Estados Unidos o la previsible próxima regulación del cannabis recreativo (aceites de cannabis incluidos) en Canadá, donde ya está permitido su consumo con fines terapeúticos, hacen que los concentrados de cannabis cada vez sean más demandados. Sin ir más lejos, el 51 % de los ingresos de la empresa de cannabis terapeútico canadiense CanniMed, adquirida recientemente por Aurora Cannabis, se debió a las ventas del aceite de cannabis en 2017. Teniendo en cuenta que sus ventas crecieron un 70 % ese año respecto al anterior, parece claro que la extracción tiene una importancia estratégica. Hace unos meses, esta empresa anunció una nueva instalación para extraer cannabinoides gracias al etanol, que le permitiría distribuir 12 millones de botellas de aceite al año. Aphria, Aurora Cannabis, CanniMed o Canopy Growth son otras de las empresas del país autorizadas para producir y vender aceite de cannabis. Lógicamente, el 'boom' de los aceites está haciendo que la mayoría de las empresas dedicadas a la industria mejoren sus procesos de extracción.
Ahora bien, ¿qué empresas proporcionan a esas compañías o a otras de menor envergadura los sistemas necesarios para la extracción industrial de cannabis? ¿Qué tecnologías y métodos permiten el proceso de extracción a partir de los cogollos de marihuana? Una de las más veteranas del sector es Eden Labs, una compañía situada en Seattle que lleva más de dos décadas fabricando maquinaria para la extracción de aceites. La legalización del cannabis recreativo en Washington, allá por 2012, supuso un importante empujón para su negocio, y en 2014 sus ingresos fueron de 5,5 millones de dólares (4,4 millones de euros). Sus sistemas industriales más famosos, los Hi-Flo, se basan en la extracción gracias a CO2 supercrítico. Cuando se mantiene en unas determinadas condiciones de presión y temperatura, el dióxido de carbono se comporta como un líquido en lugar de como un gas, por lo que se le denomina fluido supercrítico. Ese CO2 líquido atraviesa el material vegetal y comienza a disolver los aceites. "Es un poco como hacer funcionar una máquina Nespresso gigantesca", ha explicado uno de los responsables de esta compañía mostrando el complejo sistema, de grandes dimensiones, provisto de válvulas, condensadores o un mecanismo de bombeo.
Eden Labs no es la única empresa que recurre al CO2 supercrítico como disolvente para la extracción de cannabinoides: la utilización de este compuesto se ha popularizado en los últimos años. La empresa Advanced Extraction Systems también lo usa, y prueba de su importancia es que ha vendido sus sistemas de extracción de cannabis con CO2 supercrítico a Canopy Growth, una multinacional que cotiza en bolsa y vende marihuana medicinal tanto en Canadá como en otros países a través de diferentes distribuidores. La estadounidense Apeks Supercritical, que lleva desde 2001 fabricando sistemas basados en ese gas, o la canadiense Quadron Cannatech, que además de vender varios productos de cannabis está comercializando Boss, su propio equipamiento para realizar la extracción (usado ya por empresas canadienses y al menos por una estadounidense), también se basan en el uso de CO2 como disolvente.
Organa Labs, uno de los mayores productores de aceite de cannabis, hace uso de extractores que también emplean CO2 en estado supercrítico. Eso sí, el proceso no acaba con la extracción: el aceite se somete después a un proceso químico en un horno térmico para lograr la descarboxilación, que permite la activación del THC por efecto del calor. Posteriormente, mezclan el aceite con etanol y lo congelan para separar sustancias indeseables, como clorofila y ceras. Por último, en Organa lo refinan con un aparato destinado a la destilación para eliminar cualquier resto de etanol. Otras empresas se han especializado en la fabricación de equipamiento basado en el empleo de hidrocarburos. Por ejemplo, Precision Extraction Solutions ofrece sistemas de extracción con butano y propano. En su máquina PX1, el butano a alta temperatura y baja presión es impulsado a través del tanque con el material vegetal. En el proceso, disuelve los tricomas de la planta (las glándulas que contienen la mayor concentración de cannabinoides) y se eliminan otros componentes para conseguir un aceite de cannabis concentrado y rico en cannabinoides puros, como THC, el compuesto psicoactivo del cannabis. Extraction Tek Solutions es otra de las empresas que ofrecen máquinas con hidrocarburos como disolventes.
Aunque el butano es uno de los elementos más usados tradicionalmente en la extracción de cannabis (de hecho, el 'dabbing' se basa en inhalar aceite de cannabis Butane Hash Oil), da buenos resultados y es barato, su alta inflamabilidad o el ser menos respetuoso con el medio ambiente al tratarse de un derivado del petróleo son sus principales desventajas frente al CO2. Por su parte, Eden Labs también dispone de un extractor que usa etanol como disolvente para separar cannabinoides y terpenos. Precisamente el alcohol etílico, menos utilizado en la industria cannábica, es el disolvente estrella de la la empresa Capna Fabrication, que comercializa el Ethos-4. Este extractor de etanol opera a temperaturas criogénicas: pulveriza etanol sobre el cannabis a bajas temperaturas. Según la compañía, ese proceso permite extraer el 95 % del THC, dejando el extracto descerado y desprovisto de clorofila.
Mientras tanto, otras compañías están apostando por desarrollar tecnologías más innovadoras. Es el caso de Radient Technologies, que ha patentado MAP, una tecnología de microondas que permite calentar ciertos elementos de la biomasa vegetal inicial dejando otros inalterados. La empresa, que no ha dado demasiados detalles sobre la tecnología, defiende que permite obtener mejores rendimientos que otros métodos. Ahora bien, el haber firmado un acuerdo con la multinacional de origen canadiense Aurora Cannabis con el fin de demostrar la fiabilidad de su tecnología parece avalar su propuesta. No en vano, Aurora ha invertido una cifra multimillonaria en Radient, y controla ya el 17,2 % del accionariado. La compañía canadiense defiende que los extractos de cannabis cada vez tienen más relevancia en la industria, así que ese respaldo le ayudará en su estrategia de expansión. Empresas como Hielscher, Sono Mechanics y Sonics & Materials también trabajan en métodos de extracción con baños de ultrasonidos que usan diferentes disolventes. Los líquidos expuestos a ultrasonidos de alta intensidad se someten a cavitación acústica, un proceso que provoca la ruptura de las células de la planta y libera los compuestos del cannabis. Por último, la compañía canadiense Abbatis acaba de anunciar que ha realizado con éxito diversos experimentos que prueban la utilidad de una tecnología de extracción conocida como cromatografía en columna que, gracias al uso de polímeros patentados, permite la extracción final de CBD y THC. La cromatografía es un método usado en diferentes campos para la separación de componentes de una mezcla en dos fases, una estacionaria y otra móvil. Como hemos podido comprobar, son muchas las empresas desarrollando sistemas que hacen uso de diferentes disolventes y tecnologías para realizar extracciones a partir de marihuana y elaborar los cada vez más demandados productos cannábicos. Es difícil escoger la más atractiva de todas ellas, al tratarse de un campo que no pone puertas a la innovación y donde la experiencia del usuario final tendrá mucho que decir.
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