"Es una lucha constante para los pequeños negocios". Diggs Terra, miembro fundador de Humboldt Seeds Organization, se queja de la compleja necesidad de los cultivadores en convertirse en empresarios del día a la mañana, fruto del Sí a la Proposición 65. Una propuesta de ley cuya rápida ejecución podría dejar a los suyos fuera de juego.
Un año para adaptarse a la legalización no ha sido suficiente para que los pequeños cultivadores de cannabis del Triángulo de la Esmeralda se conviertan en empresarios. Tampoco para que recauden la inversión necesaria para adaptar sus cultivos a las nuevas leyes; ni para elaborar los informes que demuestren la trazabilidad de sus productos. Para las grandes corporaciones la legalización del cannabis en la octava potencia económica mundial, California, puede estar siendo un camino de rosas, pero para quienes han impulsado la salida del armario de la marihuana está siendo algo más parecido a una pesadilla. La entrada del cannabis recreativo al mercado legal implica una serie de normativas y cumplimientos burocráticos, a los que la mayoría de los cultivadores no estaban acostumbrados.
Estas conclusiones se extraen al hablar de las consecuencias de la legalización del cannabis en California con Diggs Terra. Él es el 50% del alma de Humboldt Seeds Organization. Con unos orígenes enraizados en los Red Woods, ha desarrollado su carrera cultivando y cruzando plantas de marihuana escondido entre secuoyas, mientras aprendía de la tierra y de las flores. Hasta ahora la complejidad no era ajustarse a la huella ecológica del cultivo, sino conseguir canalizar agua de pozos subterráneos para poder regar las plantas en algún lugar recóndito del bosque, que la policía no pudiese detectar. Así que, aún cuando tenía ganas de dejar atrás el secretismo del negocio ilegal del cannabis, y poder desarrollar su ocupación sin miedo a represalias, las exigencias para hacerlo están siendo demasiado complicadas, explica.
"Son miles los cultivadores, especialmente en el estado de California, los que tienen que aprender a incorporarse al sistema del cannabis legal; un mercado con innumerables cumplimientos que encajar, que derivan en un sinfín de cambios en la estructura del terreno de cultivo, y con muchos, y muy elevados, impuestos con los que cumplir, a los que un propietario que no saca beneficio de todas las cosechas, no puede hacer frente", estima Diggs Terra. Según dice, actualmente hay unas 10.000 granjas destinadas al cultivo de cannabis en California, cuyas licencias concedidas el primer año van a expirar. Las condiciones para mantenerlas es haber adaptado los cultivos a la nueva situación, y, en palabras de Diggs Terra, el desembolso para hacerlo es demasiado alto para la mayoría de ellos, así que muchos se quedarán sin licencia.
"La mayoría de nosotros cultivaba fuera de las ciudades, en el bosque, e íbamos invirtiendo en nuestras granjas poco a poco. La capacidad de mejoría de las instalaciones de nuestro negocio se parecían más a los proyectos de una casa de campo, que a los retos de una planta de producción; y los trabajos en una casa de campo, dado que todo material para las reparaciones implica un viaje de ida y vuelta a la ciudad, van despacio y no acaban nunca".
Esto tiene el añadido de que en California, debido al límite de la huella de carbono por cultivo, la extensión máxima a cultivar es de un acre (equivalente a 4046,86 metros cuadrados). De modo que el beneficio extraído de la explotación de un terreno de estas dimensiones, difícilmente compensa la inversión necesaria para llevarlo a cabo. Por ello, el fundador de HSO estima que los cultivadores a pequeña escala hubiesen necesitado un mínimo de cuatro años para adaptarse al mismo sistema.
Pinchar aquí para conocer las pautas para la obtención de licencias cultivo de cannabis en California
Aún cuando enfatiza que "la legalización es trágica", dado que los pequeños impulsores de la legalización están siendo mascados por los grades negocios, cree que el consumidor puede ayudar a mejorar la situación de lo de menor tamaño. "Ahora es más importante que nunca que el consumidor sepa de dónde viene el producto que va a comprar y que empatice con el pequeño cultivador". Porque solo así, demandando esas flores gourmet o boutique que solo pueden cultivarse a pequeña escala, el negocio de los pequeños permanecerá vivo.
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