Para cultivar marihuana puede ser suficiente un riego manual de solo agua o puede que sea necesario un proyecto que requiera una inversión bastante mayor. Las plantas de marihuana necesitan agua para absorber los nutrientes disponibles en el medio de cultivo y, a su vez, mantener el entorno húmedo y la población microbiana constante. En este post podrás conocer los numerosos beneficios de alimentar tus plantas solamente con agua durante todo su ciclo de vida. ¡Prepárate para cosechar cogollos con un sabor insuperable!
Por Stoney Tark
El medio de cultivo ideal
El sustrato es como un frigorífico al que acudir cada vez que el hambre acecha, un lugar que contiene la cantidad justa de comida que necesitamos en cada momento. Con solo abrirlo, obtenemos la fruta, verdura o bebida suficiente para saciar el hambre en ese preciso momento. Sin pasar hambre ni tener que empacharnos. Este mismo concepto puede trasladarse directamente al cultivo de plantas de marihuana, más concretamente al uso de medios ricos en microorganismos con todos los minerales y nutrientes que las plantas puedan necesitar.
Ciertos substratos como la perlita, la vermiculita o el coco ayudan a mejorar el drenaje y la retención hídrica. Al mezclarlos con humus de lombriz, compost, biochar, tierra de diatomeas y algas secas, dan lugar a un medio de cultivo con unos niveles elevados de nutrientes primarios (nitrógeno, fósforo y potasio) mientras que, por sí solos, actúan como una importante fuente de oligoelementos. Lo mejor del cultivo orgánico y del uso del agua como único alimento es la mínima inversión inicial necesaria y la increíble duración del sustrato.
Bacterias y hongos beneficiosos
Las raíces de las plantas de cannabis buscan nutrientes de manera constante. A medida que se expanden, dependen del agua para poder mantener el medio húmedo y aireado. Sin embargo, es gracias a los hongos y a las bacterias beneficiosas que se encuentran en el sustrato y forman parte de la cadena alimentaria que la fertilidad e integridad del suelo puede ser garantizadas.
Los microorganismos beneficiosos establecen una relación simbiótica con la zona radicular mejorando la absorción de nutrientes y acondicionando el terreno. Los abonos tales como el humus de lombriz o el guano contienen una elevada actividad microbiana y, siempre y cuando el medio de cultivo no acabe anegado o extremadamente seco, hacen que la colonia de bacterias beneficiosas crezca notablemente.
Agua buena vs agua mala
Saber si el agua que utilizamos es segura para nuestras plantas es muy importante y existen varios métodos para descubrirlo. El método más fácil es utilizando un medidor de pH que nos permita descubrir el nivel de hidrógeno en el agua. También es aconsejable hacer lo mismo con la electroconductividad para conocer su concentración mineral. Es importante recordar también que, dependiendo de nuestra región y de si el agua es dura o blanda, tal vez podamos recurrir al agua de grifo como fuente de hidratación.
Otra alternativa muy válida es el uso de agua embotellada. De esta manera te asegurarás de mantener constantes los niveles de pH y EC del agua utilizada durante el riego además de tener la seguridad de estar dándoles el mejor agua posible. Muchos cultivadores utilizan la ósmosis inversa, una tecnología de purificación del agua que consiste básicamente en el uso de membranas para filtrar casi por completo el contenido de minerales.
El agua en mal estado puede deberse a una gran variedad de factores, entre los que destaca el agua estancada. Cuando el agua permanece quieta durante un largo tiempo, se forman las bacterias anaerobias, generando un olor bastante desagradable a huevo podrido muy similar al de un entorno pantanoso. Las aguas subterráneas provenientes de pozos externos podrían también resultar insalubres debido a la contaminación causada por los restos vegetales de la zona. Las bacterias aeróbicas requieren de altos niveles de oxígeno para desarrollarse en plenitud, lo que hace esencial mantener el equilibrio entre húmedo y seco.
Ahorrando agua
La mejor manera de cultivar tus plantas y de ahorrar agua durante el proceso es estableciendo horarios lógicos de alimentación. Es esencial respetar los horarios de tus plantas y proceder a su alimentación a las mismas horas cada día, siempre recordando que lo más recomendable es regar a primera hora, poco después del amanecer, y a última hora, poco después de anochecer. Las plantas no transpiran a la misma velocidad que cuando el calor es intenso y, por lo tanto, hacen que el agua llegue mejor a las raíces.
Otra manera de asegurarse un riego constante es usando un sistema de irrigación por goteo que proporcionará a tus plantas el alimento necesario durante el día. En caso de no contar con este tipo de sistema, cualquier alternativa similar que tuvieras a mano podría valer. Una bomba o un alimentador automático a pilas te permitirán asegurarte de que tus plantas reciban el alimento que necesitan a la misma hora y en su justa medida siempre. Así se evita que las plantas acaben desnutridas o sobrealimentadas, al mismo tiempo que se asegura la máxima integridad del medio de cultivo.
¿Cuánta agua?
Dar con el punto ideal entre seco y empapado es clave para la dispersión de la humedad, el drenaje y la retención hídrica del medio de cultivo. El nivel de humedad también determinará la velocidad a la cual las colonias microbianas se reproducen así como el poder que adquieren las bacterias aerobias o anaerobias.
Mi consejo es regar el medio mientras pueda absorber el agua como una esponja ya que él mismo se encargará de distribuirlo después al resto del sustrato. Este método es, a mi parecer, el que permite un mayor ahorro de agua, haciendo que el medio se mantenga aireado todo el tiempo. La clave es no regar en exceso y no dejar que tus plantas acaben nadando en un charco de agua.
¿Puedo utilizar agua de lluvia?
La manera más natural, más respetuosa con el medio ambiente y menos costosa de proporcionar agua a tus plantas. La recogida de agua de lluvia es un método muy práctico y habitual entre aquellos cultivadores que viven en el campo o en lugares donde la época de lluvias es bastante intensa. Sin embargo, la calidad del aire en las ciudades o pueblos cercanos a las zonas industrializadas es muy baja e incluso suele estar contaminada.
Detectar la calidad del agua de lluvia a primera vista es realmente difícil. Lo que sí podemos hacer es asegurarnos de que las cañerías y canalones que componen nuestro sistema de recolección de lluvia no contienen contaminantes o que el tanque está libre de algas y no se encuentra en contacto directo con la luz solar. Los medidores de pH y EC resultarán sin duda alguna de gran ayuda en este sentido. Quien tenga plena consciencia del tipo de impurezas que el agua de lluvia podría contener puede también recurrir a la ósmosis inversa para crear agua potable y, por tanto, segura para las plantas.
Recicla el medio de cultivo
El objetivo es cultivar acorde con los principios de la agricultura orgánica, utilizando solamente alimentos sólidos. Una vez haya terminado el ciclo, puedes reutilizar el medio de cultivo sin ningún problema.
Las raíces del cultivo anterior pueden ser reutilizadas. Solo tienes que hacerlas pedazos y volver a meterlas en el sustrato. Al estar aún rebosantes de vida, ayudarán a atraer y a desarrollar nuevos microorganismos que permitirán a las nuevas plántulas o clones empezar de la mejor manera posible. Verás cómo, además de ahorrar tiempo y dinero, nunca más tendrás que volver a comprar nutrientes líquidos.
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