La fotosíntesis es básicamente el proceso mediante el cual la luz es transformada en energía, permitiendo a las plantas producir azúcar y reciclar las moléculas de oxígeno de la atmósfera. En exterior, la concentración de dióxido de carbono constituye aproximadamente el 0.04% (400 partes por millón), lo que explica por qué los cultivadores de interior deciden recurrir a la suplementación de CO2. En este post encontrarás todo lo que necesitas saber sobre cómo usar este gas para mejorar el desarrollo y el rendimiento de tus plantas.
Por Stoney Tark
¿Qué son los estomas?
Se trata de pequeños poros situados en el envés de las hojas encargados de absorber CO2 de la atmósfera y liberar oxígeno. Son como pequeñas "boquitas" que se abren y cierran según la temperatura y la humedad del ambiente. Los estomas funcionan mejor cuando los niveles de humedad son altos, es decir, en un ambiente seco, la transpiración y el intercambio serán mucho más lentos. La presencia de la luz en un espacio de cultivo interior hará que los estomas se abran y comiencen a trabajar, proceso que tarda unos 60 minutos.
Por ello, inyectar CO2 en la sala antes de encender las luces será una verdadera pérdida de tiempo y de dinero puesto que las plantas no podrán utilizarlo. Para alcanzar los 1200-150ppm, la temperatura debe mantenerse entre 30ºC y 35ºC, pero no te confíes. A temperaturas tan altas, pueden darse situaciones que un cultivador inexperto será incapaz de gestionar. La inyección indiscriminada de CO2 no es el camino a seguir.
¿Cómo se cuantifica el CO2?
Al trabajar con gases, es necesario hacerse con un sensor infrarrojo puesto que es la única manera de detectar, por ejemplo, el dióxido de carbono, el monóxido de carbono, el metano y el vapor de agua. Esto es posible porque dichos gases absorben la radiación infrarroja de una forma única y muy característica. El sensor de CO2 mide en partes por millón (ppm), al igual que el medidor de TDS utilizado para comprobar el nivel de nutrientes. La concentración atmosférica de CO2 más habitual es de 350-450 ppm y, aunque la mayoría de cultivadores de interior ya utilizan aire fresco para sus armarios y espacios de cultivo, incrementando el nivel de CO2 de la estancia conseguirán acelerar el proceso de fotosíntesis y aumentar, por consiguiente, la producción.
Inyectar CO2 en la sala de cultivo
Antes de instalar bombonas de CO2 en tu espacio de cultivo, es importante tener en cuenta algunos detalles. El dióxido de carbono es un gas realmente pesado, por lo que el flujo de gas debería caer de arriba abajo, algo que se puede conseguir utilizando un tubo diseñado para distribuir el aire uniformemente a través de sus orificios. Los ventiladores oscilantes pueden también serte de gran ayuda para hacer que el CO2 llegue a todas las hojas por igual, aunque realmente no es necesario complicarse tanto ya que las plantas absorben el CO2 con suma rapidez y ellas mismas se arreglan con un flujo de aire constante que permita alcanzar los 1200-1500 ppm.
Con la inyección de CO2, las plantas realizan el proceso de fotosíntesis más rápidamente y producen cosechas más abundantes.
Para cultivos de interior a gran escala con sistemas de iluminación de alta potencia, recomendamos el uso de bombonas de CO2. Sin embargo, existen alternativas más baratas que permiten producir CO2 en casa. El más sencillo es el empleo de cubos de levadura activa, aunque esta opción puede acabar generando un olor muy desagradable y, a su vez, muy atractivo para ciertos insectos. Lo mejor es instalar un controlador digital para poder vigilar en todo momento el nivel de CO2 en el aire. Para un mejor resultado hazte también con un buen regulador de temperatura que te permita controlar el funcionamiento de los extractores, los ventiladores y los humidificadores.
Cosas a tener en cuenta
Inyectar CO2 a una estancia es comparable a la gente que acude al gimnasio a entrenar. Muchos cometen el error de pensar que con ello es suficiente, ignorando totalmente la necesidad de encontrar el equilibrio entre ejercicio, nutrición, descanso y recuperación. Lo mismo ocurre con la luz y los nutrientes, en el caso del CO2.
Por suerte cada vez más cultivadores son conscientes de la importancia del déficit de presión de vapor (DPV) y se preocupan por encontrar un punto equilibrado entre la temperatura ambiente y la humedad relativa para que las plantas puedan absorber la cantidad adecuada de CO2 para su desarrollo. Un DPV alto hará que el nivel de humedad de la estancia se reduzca drásticamente mientras que un DPV bajo aumentará la humedad relativa acelerando el proceso mediante el cual el CO2 se transforma en O2.
Aunque la tabla de DPV puede ser de gran ayuda para el cultivador, cada uno deberá encontrar el equilibrio entre el DPV, el nivel de humedad relativa, el CO2 y el momento en el que se encuentren las plantas. Cuando la temperatura y la humedad del cultivo son demasiado altas, suelen surgir problemas que podrían evitarse teniendo estos parámetros bajo control.
Es sabido por todos que los patógenos y las enfermedades proliferan en los ambientes húmedos y cálidos, aunque en el caso de los patógenos la humedad relativa debería superar el 40%. Por ello, encontrar el equilibrio ideal entre la temperatura y la emisión de CO2 determinará lo vulnerables que son las plantas al ataque de patógenos aéreos.
Desde que nacen hasta el inicio de la floración, las plantas deben ser cultivadas en un entorno con una humedad relativa de entre 70-75% y una temperatura diurna de 24ºC y nocturna de 18-20ºC. Si tus plantas florecen en interior, el valor de humedad relativa debe mantenerse en 30%.
Cuando las plantas se encuentran en la fase vegetativa bajo un fotoperiodo de 18/6 es cuando aprovechan al máximo el aporte extra de CO2 puesto que es el momento de mayor humedad y menor DPV. Superar los 24ºC podría causar una transpiración excesiva tanto en las hojas como en las raíces, así que habrá que andarse con cuidado al inyectar CO2 en un entorno excesivamente cálido.
Cómo aportar CO2
El aporte extra de CO2 ofrece muchas ventajas al cultivo indoor, entre otros, permite a las plantas tener un mejor rendimiento y acelera su metabolismo.
Asimismo, se logra maximizar el proceso de fotosíntesis, lo que implica una mayor producción de carbohidratos.
Dar con el nivel óptimo de CO2 no es fácil pero es posible. Solamente habrá que asegurarse de tener siempre en cuenta los peligros que una humedad relativa excesivamente alta durante la floración podría generar así como la reacción que podrían tener los estomas al encontrarse en un entorno seco. En cuanto a la inversión y al mantenimiento, señalar que, aunque algo costosas, las bombonas de CO2 harán que tus plantas tengan un rendimiento que sin duda alguna te sorprenderá.
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