Los cultivadores de cannabis se enfrentan a muchas amenazas. Las plagas son una de ellas, ya que la presencia de pequeños insectos o parásitos puede destruir toda una plantación, convirtiendo el esfuerzo invertido en nada. Detectar cualquier síntoma antes de que sea demasiado tarde puede marcar la diferencia entre un susto y el desastre total. Aquí explicamos cómo descubrir de manera sencilla y a simple vista algunas de las principales plagas a las que se enfrentan los productores, para actuar a tiempo y evitar males mayores.
Áfidos y mosca blanca
Los áfidos, también conocidos comúnmente como pulgones, son insectos muy dañinos cuyos sus efectos pueden ser letales. Su tamaño oscila entre 1 y 10 milímetros y su color, dependiendo de la especie (se conocen más de 4000), puede variar del blanco al negro, pasando por amarillo, verde o pardo. Son visibles en las hojas y los tallos de la planta de cannabis y tienden a esconderse en la parte posterior, donde evitan la exposición directa.
Este insecto dejará algunas pruebas al comer, ya que, cuando succionan la savia, hacen un agujero similar al de una picadura y liberan una sustancia densa y pegajosa llamada mielada, que favorece el desarrollo de un moho negro. La presencia de muchas hormigas alrededor de la planta puede ser otro indicador, ya que se sienten atraídas por esta sustancia viscosa rica en carbohidratos. El color y la forma de las hojas también pueden ser de ayuda a la hora de localizar este tipo de amenaza: cuando los insectos se alimentan, estas se enroscan y se marchitan; o se vuelven amarillas y se detiene el normal desarrollo de la planta.
Por su parte, las moscas blancas son pequeños insectos alados de 1 mm de longitud que tienen el aspecto de una pequeña polilla blanca y, al igual que los pulgones, se alimentan succionando la savia de la planta. La señal más inequívoca de su presencia es ver el insecto que sale volando del envés de las hojas cuando sacudimos las ramas. También denota su presencia la aparición de puntos amarillos o traslúcidos en las hojas o de un polvo blanquecino en el envés de las hojas.
Como en el caso de los pulgones, segregan una especie de melaza (realmente son excrementos de la mosca) con posterior asentamiento del hongo negrilla en hojas y flores, lo que provoca la disminución de la fotosíntesis y la calidad de la cosecha.
Orugas
Encontrar a tiempo las orugas en una planta es esencial para deshacerse de ellas. Sin embargo, es una tarea bastante difícil, dada su capacidad para mezclarse con la vegetación. La mejor prueba de la existencia de esta larva son los agujeros en el tallo, que pueden observarse con facilidad, ya que sus contornos son de color marrón. Si una planta presentara este tipo de agujeros, la solución puede ser eliminar las porciones dañadas de la planta.
Por otra parte, los huevos, aunque son muy pequeños y difíciles de ver, se asemejan a pequeños grupos de puntos de color amarillo o blanco y su forma puede ser redonda u ovalada. Con la ayuda de una lupa o un microscopio de bolsillo se pueden identificar.
Araña roja
La araña roja es una especie de ácaro que, por lo general, vive en la parte posterior de las hojas de las plantas. Algunos signos iniciales de su presencia pueden ser pequeños puntos en ellas, causados cuando se alimentan, y finas telas de araña que rodean su parte posterior y las ramas, para protegerse de los elementos atmosféricos y otros depredadores.
La presencia de una gran colonia de arañas puede ocasionar el amarilleo de las hojas, que se vuelven suaves y con el tiempo mueren. Una infección grave puede acabar por destruirlas lo que interrumpirá el crecimiento y desarrollo de la planta y reducirá la producción final. Los ácaros rojos también pueden afectar las áreas que rodean las yemas, limitando su capacidad de desarrollo y maduración. Si la colonia es muy numerosa, es posible que cause la muerte de la planta, aunque no es muy común.
Larvas minadoras
Son insectos en estado larvario que mordisquean los tejidos internos de las hojas cavando túneles. Estos parásitos construyen su hogar entre sus capas de tejido. El daño que causan no es suficiente para destruir un cultivo por completo, pero reduce su rendimiento. Además, los túneles excavados exponen los tejidos a infecciones por hongos y bacterias.
Dependiendo de la etapa de desarrollo en que se encuentren estas larvas, se pueden observar diferentes signos y síntomas en las plantas. Si los huevos se acaban de poner aparecerán pequeñas manchas en las hojas. Cuando la invasión está en curso surgirán signos mucho más evidentes, como partes roídas y minas largas excavadas en las superficies.
'Sciaroidea' o mosquitos de los hongos
Este insecto es un desafío importante para cualquier cannabicultor. No supera los dos milímetros de longitud, pero es capaz de poner doscientos huevos por semana. Su principal objetivo: las raíces. Un signo evidente de que una planta está siendo atacada es la presencia de estos insectos zumbando o arrastrándose alrededor de ella. Sin embargo, su pequeño tamaño dificulta que se les pueda ver. Por tanto, para saber si hay una plaga de este insecto será necesario un concienzudo trabajo de observación.
Otros signos son las hojas pálidas, con unos contornos oscurecidos y unas manchas oscuras. También puede ser una evidencia encontrarlas empapadas, retorcidas y amarillentas. El resultado puede ser un crecimiento lento de las partes superiores y las raíces y un marchitamiento general.
Trip
El trip que suele atacar a la planta de la marihuana acostumbra a ser el tipo Frankliniella Occidentales, un pequeño invasor de color blanco amarillento de forma cilíndrica, alargada y con dos pares de alas, por lo que se mueven de una planta a otra volando. Aunque son perceptibles para el ojo humano, suelen colocarse paralelamente a los nervios de las hojas para camuflar su presencia en la planta.
El trip raspa el tejido foliar para después alimentarse succionando la salvia vital de la planta o, en el caso de las hembras, para depositar los huevos. Por tanto, debes fijarte si aparecen marcas en la superficie de las hojas con un ligero brillo plateado. Si la plaga está muy extendida, las marcas serán más evidentes y aparecerán también unos pequeños puntitos que son las heces del trip. Si la plaga está muy avanzada, las hojas se volverán quebradizas por la pérdida de clorofila.
Caracoles y babosas
Estos moluscos son un peligro, sobre todo para los cultivos de exterior, pues devoran a un ritmo vertiginoso y son capaces de causar serios estragos. Aparecen en primavera, coincidiendo con la fase vegetativa, donde la planta es más vulnerable.
Los caracoles y las babosas duermen durante el día y salen a alimentarse por la noche, por lo que es más difícil verlos. Además, tienden a esconderse en la sombra, generalmente debajo de piedras, troncos, tejas o en cualquier lugar que les ofrezca un ambiente oscuro y húmedo. Sin embargo, es fácil detectar si las plantas están sufriendo el ataque nocturno de estas criaturas, ya que dejan algunos signos observables a simple vista.
Caracoles y babosas se alimentan de cualquier parte, incluso de las raíces, pero sus ataques resultan más evidentes en las hojas, donde causan grandes agujeros, normalmente en forma de telaraña. Si además de esto aparece rastro de moco, sin duda el ataque habrá sido perpetrado por alguno de estos animales. Puedes despejar tus dudas buscándolos directamente por la noche con la ayuda de una linterna.
Si encuentras alguno de estos signos u otros extraños, no dudes en ponerte manos a la obra para frenar a tiempo cualquier plaga. Existen muchas soluciones, pero detectarlas a tiempo es el factor clave.
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