Las orugas son una de las más temibles enemigas con las que puede enfrentarse una planta de marihuana. Por tanto, es imprescindible tener las herramientas y los conocimientos necesarios para evitar que se acerquen a ellas y, si no lo consigues, reaccionar rápido. Estas larvas de insectos tienen un apetito casi insaciable por lo que, mientras haya comida (tu planta), no pararán de devorar todo lo que encuentren a su paso.
La primera pregunta que nos tenemos que plantear es: ¿qué son las orugas? Pues bien, la respuesta es: larvas, es decir, insectos muy jóvenes que todavía no han dado el paso a la edad adulta, de la familia de los lepidópteros, un orden de insectos casi siempre voladores, conocidos comúnmente como mariposas. En el mundo existen aproximadamente 10.000 tipos de orugas, pero todas tienen unas características comunes: cuerpo largo y segmentado, seis patas y cinco pares de pseudopatas con ganchos pequeños. Además, son polífagas, lo que significa que pueden alimentarse de muchos tipos de plantas.
Su ciclo de vida es muy sencillo, como puede esperarse de un insecto. Nacen en el momento en el que eclosionan los huevos, de los que saldrán para comenzar a alimentarse inmediatamente con la primera planta que puedan llevarse a la boca. Cuando alcanzan el tamaño adecuado, pasan a la fase pupa, que algunas especies superan encerradas en un capullo. Cuando el cuerpo ha completado la metamorfosis, en un periodo que puede durar entre una semana y un mes, emergerán transformadas totalmente en mariposas (si son diurnas) o polillas (si son nocturnas).
Cuanto más lejos mejor
La mejor forma de cuidar tus plantas de un ataque de orugas es evitar que se acerquen, tanto por tierra (cuando están en fase larvaria) como por aire (los adultos que pondrán los huevos). Existen muchas formas de prevenir que visiten tus plantas y se queden a vivir en ellas:
- Por ejemplo, si cultivas dentro de un invernadero te vendrá de perlas una malla antiinsectos que mantenga alejadas a las mariposas y otros insectos voladores.
- Si cultivas al aire libre, siempre puedes encontrar la ayuda de otros animales menos peligrosos, que te ayudarán de forma natural a mantener a raya a estos indeseables visitantes. Por ejemplo, una estrategia muy utilizada es la de instalar cajas de anidación de aves que incluyen orugas en su dieta, como jilgueros, gorriones o petirrojos.
- Si no te gustan las aves, puedes optar por atraer a otros insectos depredadores de orugas. Es el caso de las avispas parasitarias o las bracónidas. Estas avispas depositarán huevos en el cuerpo de la oruga y cuando eclosionan se convierte en alimento para ellas. No son peligrosas paras las personas y será fácil atraerlas si cerca de tus plantas de marihuana cultivas y dejas florecer plantas de zanahoria o perejil.
- Cultivar otras plantas alrededor también puede servir para que se mantengan lejos. El tomillo o la albahaca, por ejemplo, actuarán como repelente. En otros casos, puedes plantar aquellas por las que sientan una especial predilección, como la col o la soja, para mantenerlas entretenidas a una distancia prudencial y así evitar que busquen alimento en la de marihuana. Una buena opción es alternarlas, creando una doble barrera de protección.
- Las trampas también sirven de ayuda para proteger tus plantas. Unas especialmente efectivas son las que se encuentran impregnadas de feromonas femeninas. Los machos las detectarán y una vez atrapados no podrán atacar ni continuar la reproducción.
A veces, la prevención falla
Si las estrategias de prevención no han dado el resultado que esperabas y las orugas han colonizado alguna de tus plantas, debes prepararte para actuar.
Existen indicios que te permitirán saber casi al cien por cien que hay orugas. El síntoma más evidente es la aparición de unos pequeños agujeros, con forma de lágrima en las hojas, que se producen cuando las muerden para alimentarse. Estos pequeños bocados alteran el desarrollo normal de la planta, y pueden dañar gravemente su parte foliar, provocar que el crecimiento y las funciones metabólicas se ralenticen e incluso, en casos muy extremos, la planta muera. Por lo tanto, si percibes que tu planta está creciendo más lentamente de lo que debería, una explicación puede ser esta.
Existen otro tipo de orugas conocidas como orugas barrenadoras (por ejemplo, la Grapholita delineana, que en fase adulta es conocida como "polilla del cáñamo") que se ven más atraidas por los tallos, pues se alimentan de la médula que se encuentra dentro de estos, lo que provocará la formación de necrosis y, si la planta está realmente infestada, se descompondrá. Además el agujero que hacen las orugas barrenadoras crea una puerta abierta para otras plagas y hongos que acabarán de chupar la vida de las plantas de marihuana.
También existen orugas que atacan directamente al cogollo de las plantas, como la Spodoptera exigua, también llamada oruga verde o "vampiro de los cogollos", la Autographa gamma (conocida como "polilla gamma") o la Helicoverpa armígera, también llamada generalmente "oruga de la col", que son de las más comunes que podemos encontrar en el cannabis. Es durante la fase de floración cuando mayor probabilidad existe de que este tipo de orugas aparezcan, devorando los cogollos y pudriendo parte de la cosecha causando cuantiosos daños en muy poco tiempo y sobre todo en el mejor momento, cuando la planta ya está casi lista para recoger.
Ten en cuenta que las orugas son animales más bien nocturnos, por lo que a plena luz del día es difícil que se dejen ver con facilidad. El mejor momento para detectarlas es al atardecer o al amanecer, cuando abandonan o regresan a sus escondites. O directamente por la noche, utilizando una linterna para localizarlas.
Si has encontrado sus pequeñas mordidas, pero no las ves a ellas, inspecciona todas las partes de las plantas, especialmente aquellas que están más escondidas y en las que no entra luz, como la parte trasera de las hojas o, como hemos comentado, los cogollos. Es posible que encuentres unas pequeñísimas bolitas negras. Si es así, has encontrado sus excrementos, por lo que, sin duda, hay orugas en tu planta. Y cuidado también con estos excrementos, pues pueden provocar la aparición de hongos como la botrytis.
Sin compasión
Si has encontrado alguna de las señales anteriores, no lo dudes: es la guerra. En este momento tendrás que estar dispuesto a usar cualquier artimaña para ganarla. Y algunas de las más efectivas son las siguientes:
- La primera arma que te presentamos no parece muy mortífera: tus manos. Explora todos y cada uno de los huecos, recovecos y espacios que tenga la planta. Luego, simplemente, coge las orugas con unos guantes de plástico y llévalas bien lejos. Tanto como puedas. O deshazte de ellas.
- Otra opción muy válida es la de rociar nuestras plantas con algunos compuestos que las repelen, como una infusión de ajo pulverizado, jabón potásico o tabaco. También el spray de aceite de Neem. Rocíalas bien y las orugas entenderán que no son bienvenidas a tu cultivo.
- La tercera parece más peligrosa: pulverizadores de productos insecticidas de amplio espectro, como las piretrinas. Existen multitud de productos muy variados en el mercado, tanto naturales como químicos, que te ayudarán a acabar con esta plaga y salir victorioso de este trance. Se trata de insecticidas que actúan por contacto, así que una oruga enferma y muere cuando es rociada con él.
- La cuarta consiste en utilizar armas biológicas. Y sin duda la mejor es el Bacillus thuringiensis (BT), que actúa como insecticida biológico específico para orugas de lepidópteros, no es tóxico, y por tanto, es inocuo para personas, mascotas y otros insectos. Se trata de unas bacterias que habitan en el suelo capaces de producir una serie de toxinas que paralizan el sistema digestivo sólo de este tipo de insectos. Actúa por ingestión, así que en cuanto las orugas comen de una hoja o una flor inoculada con BT se ponen enfermas y mueren en pocos días.
Lo mejor, en cualquier caso, es que combines las diferentes estrategias para garantizar que el resultado es óptimo y que tus plantas podrán ofrecerte una abundante producción.
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