La regulación se ha materializado en un puñado de regiones de los Estados Unidos y parece erosionar la base financiera de los criminales vecinos. Tras cuatro décadas de planes desastrosos para acabar con el contrabando entre las fronteras de ambos países, la legalización de la marihuana ha conseguido frenar la producción y exportación ilegal mexicana. Esto también ha ayudado a reavivar el debate sobre la despenalización en México, donde viven sus peores años de violencia en la calles debido al narcotráfico.
La legalización del cannabis deja sentir sus efectos allí donde se está produciendo. Aquellos estados que han cambiado su normativa han experimentado un 'boom' de ingresos fiscales al empezar a gravar todas las actividades relacionadas con la marihuana. En 2016, Colorado registró más de 1000 millones de dólares (854,3 millones de euros al cambio actual) en el negocio legal del cannabis; de estos, el Gobierno estatal recaudó más de 150 millones de dólares (128,7 millones de euros), de los que 40 millones (34,17 millones) fueron a parar al sistema educativo de la región. Esto pone de manifiesto una de las premisas que defendían los grupos procannabis sobre la legalización y su repercusión económica. Pero la otra pregunta sigue siendo: ¿cómo está afectando al narcotráfico y mercado negro? Las estadísticas de aduanas y protección fronteriza de Estados Unidos muestran que las incautaciones de marihuana disminuyeron en más de la mitad en la última década. Estas pasaron de 4 millones de libras en 2009 (unos 1,8 millones de kilos) a alrededor de 1,5 millones de libras en 2015 (casi 700.000 kilos). El riesgo que supone al cártel mexicano transportar marihuana a través de la frontera estadounidense ya no merece la pena por distintos motivos. Cuando la marihuana era ilegal en los 50 estados, la demanda estaba subsanada en su mayoría por cárteles mexicanos, quienes controlaban el monopolio de producción, transporte y venta, por lo que podían asumir los costes que suponía traficar con cannabis. Ahora que en muchas regiones se puede cultivar marihuana legalmente, el cártel tiene una competencia feroz para intentar colocar su producto: la industria cannábica.
Los cultivadores de marihuana de Colorado o California, por ejemplo, no tienen que asumir los costes de transportar marihuana a través de la frontera ni preocuparse por que la mercancía acabe siendo incautada por las autoridades. Esto significa que los productores estadounidenses pueden cobrar mucho menos por la venta de su producto que los cárteles mexicanos. Así, el consumidor opta por los circuitos legales, entre muchos otros motivos por el precio asequible. Además, el mercado legal ha elevado la calidad del cannabis en Estados Unidos, haciendo que los los estadounidenses prefieran marihuana cultivada en su país a la cultivada en México.
Efecto dominó en México
La mella que ha conseguido hacer la legalización estadounidense en el narcotráfico ha traído cola en el país sureño. Los pequeños agricultores que se dedicaban a cultivar marihuana en la escarpada Sierra Madre, frontera con Estados Unidos, han visto cómo los precios han ido cayendo, y muchos han decidido abandonar el negocio ilegal. Pero muchos otros han decidido cambiar al cultivo de amapolas de opio, un producto con un precio bastante más alto en el mercado y que sirve para procesar la heroína que alimenta a la devastadora crisis de opiáceos que está arrasando Estados Unidos Mientras que las incautaciones de marihuana han descendido de forma sorprendente, las de heroína y metanfetamina se han mantenido constantes o han aumentado en los últimos años. Este dato coincide con la peor ola de violencia que ha vivido México en su historia reciente, con un récord de 29.168 homicidios en 2017, la mayor cantidad desde que el país comenzó a elaborar estas estadísticas en 1997.
Los expertos apuntan a que este hecho se debe a varios factores, como la captura del poderoso jefe del narco el Chapo Guzmán, la fragmentación de los clanes y el desmoronamiento del negocio cannábico. Muchos cárteles se están reinventando, buscando nuevas rutas de exportación y nuevos productos como el caso de la heroína. Esto, por desgracia, ha despertado bastante violencia dentro del narcotráfico. Enrique Peña Nieto, presidente de México, ha expresado en varias ocasiones la necesidad de hacer una política compartida con Estados Unidos en este asunto. No olvidemos que, a nivel federal, en Estados Unidos el cannabis sigue siendo ilegal y tipificado como una sustancia de la lista 1, donde también está la heroína. Aunque en México se han flexibilizado las penalizaciones al consumidor, la mayoría de propuestas sobre regulación se han topado con un Congreso reacio a debatir sobre el tema. Sin embargo, este golpe al cártel en la producción de cannabis no ha pasado desapercibido en el Gobierno mexicano. A principios de año, el Secretario de Turismo, Enrique de la Madrid, dijo a los periodistas que consideraba "absurdo que no hayamos dado el paso" hacia la legalización del cannabis. "Estoy convencido de que debemos discutirlo como parte de la solución a la violencia y la inseguridad en México", dijo De la Madrid más tarde en un tuit.
El propio expresidente del país, Vicente Fox, se ha mojado también respecto a la legalización del cannabis como solución a la violencia del narcotráfico. "Ya probamos meter al Ejército, las armas; ya probamos todo y solo crece el número de muertos y el consumo (...). Necesitamos hacer algo, que debilitemos esos cárteles; quitémosles el control y no dejemos que atropellen a nuestra juventud", explicaba el expresidente en una entrevista reciente. En definitiva, la legalización ha conseguido frenar uno de los flujos más grandes de narcotráfico de la historia, entre México y Estados Unidos. Los países latinoamericanos recogen este testigo y reavivan el debate para encontrar solución a la lacra que suponen los cárteles y el mercado negro de estupefacientes. Cada vez hay más evidencias de que la legalización es el único camino válido para acabar con la violencia derivada del narcotráfico.
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