En el sector agrícola podemos encontrar referencias de plantas conocidas como acumuladoras dinámicas (o biodinámicas). Se trata de ciertas especies vegetales capaces de extraer los nutrientes de las capas más profundas de la tierra y acumularlos en sus hojas. Cuando las hojas caen en otoño e invierno, los nutrientes almacenados se incorporan en las capas superiores del suelo donde otras plantas se beneficiarán de su descomposición. Así, las plantas de acumulación dinámica son especialmente valoradas para su uso en fertilizantes orgánicos naturales y para la regeneración de suelos contaminados.
¡Cuántas veces habremos visto plantas de cannabis silvestres que crecen vigorosamente y producen cogollos de excelente calidad sin absolutamente ninguna ayuda de los humanos! Esto ocurre porque el cannabis es una planta que se denomina acumuladora biodinámica: su función en el planeta Tierra es moverse y colonizar suelos estériles o pobres, de ahí que pueda realizarse el cultivo de cannabis en casi cualquier tipo de sustrato.
Gracias a que el cannabis tiene una raíz muy profunda, con miles de raíces secundarias, es capaz de recuperar minerales y nutrientes perdidos en el subsuelo y los devuelve a la superficie en forma de abono, que se crea a partir de sus hojas en descomposición cuando estas caen.
Su extenso sistema radicular también rompe los suelos compactados, permitiendo la reintroducción de microorganismos e insectos (como las lombrices de tierra) y deja kilómetros de canales cuando sus raíces mueren y se descomponen, permitiendo que el aire o el agua penetren, proporcionando aireación y porosidad pero estabilizando el terreno con firmeza, lo que ayuda a controlar la erosión. En suma, restaurando la vitalidad del suelo a todos los niveles.
Así los llamado acumuladores biodinámicos, como el cannabis, se pueden usar para desintoxicar el suelo o para recolectar un determinado nutriente o mineral de un área concreta. Por ejemplo, los tréboles extraerán grandes cantidades de nitrógeno a través de una relación simbiótica con las bacterias. Estas bacterias convierten el nitrógeno en una forma mineral disponible para el trébol que lo intercambia por azúcares.
Cuando el trébol muere o se corta, la materia verde se descompone y se libera el nitrógeno al suelo. Esto puede usarse como fertilizante o como parte de una mezcla de fertilizantes para otras plantas, que pueden ser deficientes en esos nutrientes particulares. Así, el uso de un acumulador dinámico de nitrógeno, como el trébol, podría reemplazar los fertilizantes ricos en nitrógeno.
Otras plantas que actúan como acumuladores dinámicos
La verdad es que la mayoría de las plantas, en cierto modo, son acumuladores dinámicos porque trasladan los minerales del suelo a sus hojas. Sin embargo, la diferencia es que ciertas plantas, como la cola de caballo (para el silicio), la ortiga (para el hierro) o el trigo sarraceno (para el fósforo), por ejemplo, tienden a extraer nutrientes específicos en mayores cantidades.
Otras plantas, como la consuelda y la milenrama, pueden lograr un equilibrio NPK más proporcional, lo que las convierte en acumuladores dinámicos de uso múltiple, en lugar de ser para nutrientes específicos.
Los agricultores suelen utilizar este tipo de plantas para absorber nutrientes de un área del suelo y luego aplicarlos a otra área de la granja o el jardín. Las hojas contienen los elementos concentrados que alguna vez se almacenaron en el sustrato, lo que las convierte en el recurso perfecto para hacer fertilizantes para el cultivo orgánico, como el té de compost.
Los acumuladores dinámicos plantados cerca de un cultivo también funcionan como plantas compañeras, atrayendo insectos beneficiosos y mejorando la biología del suelo a través de la retención de humedad o la sombra que ofrecen en los calurosos días de verano. Estas plantas son, por tanto, claves para todo lo que tenga que ver con el cultivo orgánico.
Los acumuladores dinámicos y la fitorremediación
Sabemos por tanto que algunas plantas acumulan minerales en altas concentraciones en sus tejidos. De hecho, estas plantas son capaces de crecer en suelos con altas concentraciones de esos minerales. En la comunidad botánica, este concepto se conoce como "fitoacumulación" o "hiperacumulación": las plantas extraen estos elementos del suelo y, por medio de lo que se denomina "fitorremediación" (un término acuñado por el doctor Ilya Raskin del Centro de Biotecnología de la Universidad de Rutgers, Nueva Jersey), tienen la capacidad de limpiar el terreno de metales pesados, depurar las aguas residuales o incluso restaurar el equilibrio del aire contaminado.
De alguna forma, plantas como el cáñamo estabilizan la zona y actúan como un filtro al descomponer la materia contaminante después de absorberla. Así lo certificó un estudio elaborado por el Instituto Polaco de Fibras Naturales en 1995 al asegurar que el cáñamo podría soportar altos niveles de metales pesados sin afectar al crecimiento de la planta, su cosecha o la calidad de la fibra. Según este instituto, aproximadamente el 75 % de la planta sigue conservando sus características como al principio del proceso de descontaminación de los suelos, por lo que puede reutilizarse para otras aplicaciones.
Lo están demostrando agricultores de los campos de Taranto, en la región italiana de Apulia, quienes tras ver cómo una toxina presente en los pastos acababa con sus rebaños de ovejas han decidido utilizar el cáñamo para devolver la riqueza a los terrenos sobre los que plantaban. La razón de esta contaminación se debe a la planta de acero de Ilva, una de las más grandes de Europa, que ha causado un gran impacto medioambiental con sus desechos. En concreto, con el cultivo del 'Cannabis sativa' se consiguió que los contaminantes del suelo fueran absorbidos por las raíces de la plantas de cáñamo, que almacenan y, en algunos casos, transforman las toxinas en sustancias inocuas.
Sin embargo, no es la primera vez que este proceso se realiza con éxito para descontaminar terrenos. En los años 90, tras el desastre nuclear de Chernóbil, se utilizó cáñamo junto a otras plantas, como los girasoles o las gramíneas, para limpiar los suelos de los metales contaminantes de las zonas cercanas a la central nuclear. El cáñamo demostró ser una de las mejores plantas de fitorremediación que se utilizaron, tras verificar los excelentes resultados en las zonas afectadas por una de las mayores catástrofes nucleares de la historia.
La ciencia detrás de los acumuladores dinámicos
Uno de los principales problemas con respecto a los acumuladores dinámicos es cuantificar cuántos nutrientes pueden almacenar realmente. Si la ortiga es buena para acumular hierro, pero hipotéticamente no hay hierro en el suelo, entonces realmente no almacenará ese elemento porque no hay de dónde sacarlo.
Además, aparentemente la ciencia desconoce con precisión cuánto tiempo tardan los nutrientes en estar otra vez biodisponibles después de la descomposición de la materia vegetal. Una vez que las hojas almacenan los nutrientes y las hojas vuelven al suelo, hay poca investigación para cuantificar cómo de rápido o cuánto se devuelve de los nutrientes disponibles.
Mientras la comunidad científica está tratando de encontrar las respuestas a estas preguntas, los cultivadores están empezando a utilizar el cáñamo como cultivo de cobertura o de rotación, es decir como elemento de la agricultura regenerativa, con resultados empíricos muy positivos. Porque, incluso si parte de la investigación es anecdótica, simplemente la experiencia de otros puede proporcionar una comprensión general para aquellos que deseen participar en esta práctica tan sostenible.
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Referencias:
Comparative assessment for hyperaccumulatory and phytoremediation capability of three wild weeds. Madhuri Girdhar, Neeta Raj Sharma, Hasibur Rehman, Anupam Kumar and Anand Mohan. Biotech 2014.
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