La industria cannábica se abre paso con fuerza en Estados Unidos pese a los obstáculos restrictivos de la ley federal. En un terreno legal tan contradictorio como confuso, el cultivo de cáñamo parece estar viviendo su propio ‘boom’ gracias a la enorme demanda que suscitan los productos derivados del CBD. Al otro lado del charco, el cáñamo industrial se legalizó para utilizarse en el negocio textil, con unos niveles insignificantes de THC; sin embargo, sigue siendo una fuente importante de CBD. Esto ha atraído a agricultores e inversores a un sector que se encuentra en un limbo legal.
A diferencia de la marihuana, el cáñamo está legalizado en gran parte del mundo. Ha estado ligado históricamente al aprovechamiento de su fibra para el sector textil, la construcción y la industria papelera. Esto ha permitido que esté mejor visto que la marihuana y por lo tanto haya tomado ventaja en materia legal. Tiene unos niveles muy bajos de tetrahidrocannabinol (THC), la sustancia psicoactiva del cannabis, pero mantiene unos niveles altos de cannabidiol (CBD), el cannabinoide no psicoactivo de moda por sus propiedades terapéuticas. Esto ha provocado que, tanto en Europa como en Estados Unidos, se haya producido un aumento de cultivos de cáñamo para dar respuesta a la enorme demanda de CBD de los últimos años. Con la marihuana ilegalizada o bajo lupa en muchos estados de la primera potencia del mundo, el cáñamo se presenta como una alternativa fabulosa para aquellas empresas que quieren emprender en el negocio del cannabidiol. Los productos de CBD derivados del cáñamo industrial son bastante habituales en tiendas de todo el país, así como en spas, puesto que al no ser psicoactivo se vende como un producto terapéutico. Sin embargo, muchos agricultores y vendedores se han aventurado en el sector del cáñamo industrial con bastantes dudas y asumiendo algunos riesgos. La legislación federal contempla por un lado que el cáñamo se cultive y comercialice, siempre que su potencial psicoactivo no supere un límites establecido en un 0,3 % de THC. Pero la Ley de Sustancias Controladas (que data de 1970), explica que solo ciertas partes de la planta de cannabis pueden venderse legalmente como cáñamo. Esa definición excluye las flores, es decir, los cogollos, de donde generalmente se obtiene el CBD.
¿Un negocio legal o ilegal?
El resurgir del cáñamo en Estados Unidos comenzó hace cuatro años, cuando el Congreso aprobó la nueva legislación agraria, en la que se definía al cáñamo industrial como una planta de cannabis con una baja concentración de THC (de no más del 0,3%). Esta ley permitía que en todos los estados se estudiase, cultivase y comercializase la planta. El problema es que este marco legislativo choca con otro en vigor desde 1970, que dice que todo lo que no sean tallos, fibra o aceite de la planta de cannabis es considerado marihuana. Eso significa que los cogollos, la fuente principal de CBD del cáñamo industrial, son clasificados como marihuana sin importar los niveles de THC de la planta. Esto, en muchos estados donde la marihuana es legal, no genera ningún problema: sin embargo, eleva los productos de CBD de cáñamo industrial a sustancia delictiva en aquellos otros donde la marihuana aún no es legal. Eso ha incrementado el nivel de riesgo que asumen aquellas empresas que veían un refugio legal para producir CBD en aquellos estados donde la marihuana es ilegal. Hoy, 34 estados han promulgado proyectos de ley sobre el cáñamo, y 19 estados han cultivado cáñamo en 2017. De acuerdo con el Informe de Cosecha de Cáñamo de Estados Unidos 2017 de Vote Hemp, se cultivaron más de 10.000 hectáreas de cultivos de cáñamo el año pasado (un aumento de 4000 hectáreas desde 2016), y 32 universidades realizaron investigaciones sobre el cáñamo.
Aunque el mercado crece, la confusión legal permanece, y algunos negocios podrían estar en un marco de actividades ilegales sin saberlo. Hace unas semanas un tribunal federal de San Francisco escuchó los argumentos de una demanda presentada por Hemp Industries Association y otras dos compañías del cáñamo, que buscaba anular la clasificación del CBD derivado del cáñamo industrial como sustancia peligrosa del grupo 1 (equiparable a la heroína) en la normativa de la DEA. El tribunal confirmó que, por ahora, el CBD seguirá siendo una sustancia controlada de la Lista 1, lo que sin duda es un importante revés para la industria estadounidense del cáñamo. Los productores de CBD que presentaron el caso prometieron apelar la decisión ante el Tribunal Supremo de los EE.UU.
El renacer del cáñamo gracias al CBD
El cáñamo es uno de los cultivos más antiguos de la historia, desde la China de hace 10.000 años, pasando por los romanos hasta George Washington y Thomas Jefferson, conocidos productores de cáñamo. Sin embargo, el cáñamo cayó en desgracia en Estados Unidos como cultivo comercial en el siglo XX, cuando el gobierno federal incentivó el algodón y los materiales sintéticos, más baratos de producir. Con la nueva legislación agraria de 2014, el cáñamo regresa con fuerza a casi dos tercios de las regiones de Estados Unidos. En Colorado y Kentucky se generó aproximadamente la mitad de la cosecha de todo el país, según estimaciones de la industria. Allí la mayoría de agricultores iniciaron sus cultivos para elaborar fibra de cáñamo destinada al textil. Hoy, más de la mitad de los cultivos se dedican al CBD, según explica Brent Burchett, director de 'marketing' del Departamento de Agricultura de Kentucky.
En Colorado, otro estado con bastante tradición cannábica, se plantaron 4000 hectáreas de cáñamo el año pasado, pero allí las cosechas fueron a parar a distintos negocios. El cáñamo industrial no solo está siendo rentable para la producción de CBD y fibra; los agricultores también han encontrado otro producto bastante codiciado: las semillas de cáñamo están ganando galones dentro de la cultura gastronómica como un 'superalimento', al estilo de la chía o la quinoa. Los analistas de la industria dicen que el mercado de CBD solo crecerá. The Hemp Business Journal, una organización con sede en Denver que publica estimaciones de la industria, predice que dentro de dos años la marihuana, el cáñamo y los productos farmacéuticos derivados del CBD generarán más de 1000 millones de dólares (856,1 millones de euros). Por lo tanto, el cáñamo industrial entra con fuerza en una industria que apunta alto y que no deja de sorprender por la cantidad de posibilidades diversas que ofrece, tanto a usuarios como a productores y vendedores.
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