El 20 de diciembre de 2018 marcará un antes y un después en el sector agrícola estadounidense. Se legalizó entonces el cultivo de cáñamo industrial, abriendo las puertas a los agricultores al creciente mercado del CBD. Si hasta ahora las subvenciones a la agricultura suponían una importante fuente de ingresos para los agricultores, la posibilidad de producir cannabidiol a gran escala podría cambiar esto. "Por primera vez vamos a ver a agricultores hacerse millonarios", augura Diggsterra. Hacemos un breve repaso sobre las consecuencias de la Ley de Agricultura del Cañamo durante los primeros meses de su aplicación.
Desde 2014 se venían realizando programas piloto de cultivo de cáñamo en varios estados de Estados Unidos. Pero solo en 2018 se ha legalizado la siembra de Cannabis Sativa con niveles de THC inferiores al 0,3% a nivel federal. La demanda de genéticas con altos niveles de CBD ha crecido en los últimos años, fruto del ascendente consumo de productos derivados de este cannabinoide. Dadas sus propiedades terapéuticas, es muy utilizado para la elaboración de aceites y cremas con fines medicinales. Claro que estos productos no son los únicos en auge, porque a nivel recreativo los cogollos con altos niveles de cannabidiol, y bajos en THC, suman cada vez más consumidores en el mercado cannábico.
Según Diggs Terra, "una gran parte de la comunidad estadounidense no tiene interés en las propiedades psicoactivas, sino en otros cannabinoides como el CBD. Buscan disfrutar del efecto relajante y antiinflamatorio del cannabidiol sin ver alterado su estado de consciencia". "Se está abriendo todo un universo de posibilidades. Personas que antes no formaban parte de este mundo están empezando a interesarse por él, sobre todo ahora que tras su legalización a nivel federal hay un sistema diseñado para ello", considera.
Cultivo de cañamo industrial destinado a la producción de fibra
Existen dos categorías respecto al cultivo de cáñamo, en función de a qué se destinen sus cosechas. Por un lado, el destinado a la producción de fibra o semillas de cáñamo, que se enmarca dentro de la legislación relativa al cultivo de cáñamo industrial, ordenada por la Agencia de Agricultura y Alimentación; y por otro, el destinado a la producción de CBD para extracciones o la venta de cogollos altos en cannabidiol. En opinión de Diggs Terra, estos dos grupos se desarrollarán en partes diferentes del país. Según cree, los campos de cáñamo industrial destinados a la producción de fibra y semillas se extenderán por el centro de Estados Unidos, donde actualmente proliferan los campos de maíz.
Este tipo de cáñamo iría por lo tanto remplazando lentamente los maizales. ¿Por qué despacio? Porque actualmente, los agricultores dedicados al maíz reciben subvenciones estatales por la falta de rentabilidad de sus cosechas. Es recurrente que los costes de producir maíz superen los beneficios de las cosechas resultantes. Pero los beneficios obtenidos por cosecha crecerían al emplearse el cáñamo, y en consecuencia dejarían de recibir ayudas estatales. De ahí que las personas dedicadas a este tipo de cultivos vayan pasándose al cañamo con cautela, y vayan dejando de depender de las subvenciones, no de inmediato, sino progresivamente. Tal será la diferencia de ingresos entre cultivar una planta u otra, que Diggs Terra considera que "por primera vez vamos a ver a agricultores hacerse millonarios".
Cultivo de cáñamo destinado a la producción de CBD
La otra categoría, la relativa a los cultivos destinados a la producción de CBD, se localizaría en aquellos Estados con más tradición al cultivo de cannabis, como sería el caso de Oregón. Este Estado fue el segundo, después de Kentucky, donde se ha podido cultivar legalmente el cáñamo. Y allí se ubican empresas dedicadas a la producción de cogollos de CBD. Una de ellas, Sovereign Fields, ha sido fundada por HSO, en colaboración con otros socios. Esta compañía se dedica a crear variedades en Estados Unidos que cumplan con la normativa relativa a los niveles de cannabinoides federales, y por lo tanto a desarrollar genéticas con alto contenido en cannabidiol, sin apenas trazas de THC.
En el caso de este tipo de cultivos, los beneficios por cosecha se van a regir por pautas diferentes a los del cañamo industrial. Los de los productores de flores con altos niveles de CBD van a depender mayoritariamente de dos aspectos. El primero: el acceso a genéticas estables por parte de los agricultores para garantizar que las plantas van a satisfacer las expectativas de producción de cogollos. Y el segundo: los niveles de cannabidiol que desarrollen las gene´ticas empleadas, dado que cuanto ma´s alta sea la concentración de CBD por gramo, más caro será el precio de ese gramo.
Teniendo en cuenta que las cosechas de estos cultivos se destinarán, entre otros, a las extracciones de CBD, los compradores valorarán positivamente los altos niveles de este cannabinoide en las cosechas para poder producir ma´s con menos. Como ocurre con el maíz o la patata destinados a la producción de alcohol, a mayor concentración de almidón, más caro se cotiza el kilo del producto.
La legalización del cañamo está por lo tanto diseñando un nuevo mapa de la agricultura estadounidense. Y dado que el mercado del CBD es emergente, se puede suponer que el plano de cultivos resultante de la nueva regulación diste mucho del actual. A nivel territorial, pero también económico y de semillas que sembrar.
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