Para aquellos que han criticado la postura del presidente Donald Trump sobre la legalización del cannabis, su campaña de reelección argumenta que el país bajo el ex vicepresidente Joe Biden podría ser mucho peor para la marihuana. Sin embargo, hasta la fecha, ni Trump ni Biden han proporcionado una estrategia viable para poner fin a la prohibición federal o para facilitar la creciente industria de cannabis a nivel nacional.
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En caso de que no lo hayas notado, hemos entrado en la recta final de la temporada electoral estadounidense. En apenas unos meses, en noviembre, sabremos qué candidato de los dos principales partidos se convierte en presidente de los Estados Unidos, así como también veremos cómo esos candidatos abordan una serie de cuestiones que el estadounidense considera importantes para decidir su voto.
Entre los principales temas en la carrera presidencial de 2020 está la marihuana. El cannabis se ha legalizado para uso medicinal en 33 estados, y 11 de estos estados también permiten el consumo y/o venta de cannabis recreativo. Además, una encuesta de la consultora Gallup de octubre de 2019 afirma que un 66% de los estadounidenses (dos tercios de la población) están a favor de la legalización.
En resumen, una gran número de votos, sobre todo de los jóvenes, está totalmente del lado de aquellos que desean ver legalizado el cannabis, pero la marihuana sigue siendo una sustancia de la Lista I a nivel federal. Esto significa que es ilegal, propensa a la adicción y no se le reconoce ningún beneficio médico.
Con base en estas encuestas, a muchos estadounidenses les gustaría ver cómo cambia esta clasificación para la marihuana a nivel federal. ¿Pero consideraría el próximo presidente hacer este movimiento? Echemos un vistazo dónde se encuentran los candidatos presidenciales frente a la legalización de la marihuana.
Joe Biden (Partido Demócrata)
No hay duda de que la postura sobre la marihuana del ex vicepresidente Joe Biden se ha suavizado considerablemente tras décadas. Biden fue una de las principales fuerzas impulsoras de la Guerra contra las Drogas a fines de los años ochenta y principios de los noventa, cuando el cannabis era considerado "el enemigo público nº 1". Incluso llegó a pedir la pena de muerte para los traficantes de marihuana. También como vicepresidente, Joe Biden fue la persona clave de la administración de Obama en materia de delincuencia y política represiva sobre drogas.
A pesar de que el portavoz de la campaña de Biden, Andrew Bates, le dijo a CNN en 2019 que Biden apoya la idea de permitir que los estados tomen sus propias decisiones con respecto al cannabis, y que "apoyaría la despenalización de la marihuana y eliminaría automáticamente los antecedentes penales por posesión..." el candidato nunca ha proclamado que cambiar la política federal es una medida que tomaría.
Aunque Biden probablemente pensó que esta posición supuestamente aperturista lo ayudaría con los votantes de las primarias demócratas, fue ampliamente criticado por no ir lo suficientemente lejos en la reforma de la política del cannabis. De hecho, su evolución de aférrimo prohibicionista a partidario de una tibia despenalización lo colocaba muy por detrás en este tema frente a otros contrincantes demócratas como Elizabeth Warren o Bernie Sanders.
Teniendo en cuenta las opiniones de Biden sobre la marihuana, que datan de hace más de 30 años, es más que probable que sea propenso a apoyar el status quo de permitir a los estados el derecho de legalizar y regular sus propias industrias de cannabis, pero manteniendo la ley federal sin cambios en la clasificación actual del cannabis en la Lista I. Este parece el resultado probable, si fuera elegido presidente.
Donald Trump (Partido Republicano)
Aunque el presidente Trump afirmó mientras estaba en campaña de las elecciones de 2016 estar "al cien por cien" detrás de la idea de legalizar la marihuana medicinal, en general se ha mantenido en silencio sobre ello desde que fue elegido. Sin embargo, esta postura se contradice con el nombramiento de Trump del ahora ex fiscal general Jeff Sessions, teniendo en cuenta que Sessions fue quizás el oponente más ardiente del movimiento de legalización de la marihuana. Si bien Trump no ha cerrado la puerta a las reformas, también parece estar más que feliz de permitir que el statu quo con los estados continúe, así como de una legislación bipartidista que permitiría a estos establecer sus propias leyes de marihuana sin interferencia federal.
Sin embargo, aunque los directores de campaña del presidente pretenden enmarcarlo como el candidato a la reforma de la justicia penal, no ha defendido proactivamente la reforma del cannabis, ha realizado varias contrataciones de cargos federales de alto nivel que están contra la marihuana y ha emitido incluso un proyecto de ley de gastos federales que prohíben al Departamento de Justicia usar sus fondos para interferir con los programas de marihuana medicinal estatales .
Además, a pesar de su "prometido" apoyo para el cannabis medicinal y los derechos de los estados, Trump evidentemente tiene muchas opiniones negativas sobre el consumo de marihuana, como se evidencia en una grabación de 2018 que se filtró dos años después. En esa grabación, el presidente dijo que el consumo de cannabis hace que los usuarios "pierdan puntos de coeficiente intelectual".
¿Quién se llevará el gato al agua?
Como se puede observar, la candidatura de Biden podría proporcionarle al presidente Trump una oportunidad de oro para ser dueño de este problema y el botín político que conlleva. Después de todo, un candidato como Joe Biden, que será un octogenario para cuando complete su primer mandato, no es la opción más inspiradora para los jóvenes votantes que abrumadoramente apoyan medidas audaces para la política de cannabis.
Así, las elecciones de 2020 pueden marcar la última oportunidad del Partido Demócrata de cosechar verdaderamente los beneficios políticos de apoyar una reforma significativa que llevaría al país a un futuro post-prohibición. Pero con la nominación de un dinosaurio de la Guerra contra las Drogas como Joe Biden, puede que no solo pierdan la oportunidad de ganar el botín político de un asunto cada vez más popular, sino que también pueden dar el control de la Casa Blanca a Donald Trump por otros cuatro años.
Lo que queda por ver es si, a medida que aumenta la presión en ambas campañas para atraer votantes, cualquiera de los candidatos aprovechará en estos meses la oportunidad para alinearse más firmemente con la mayoría de los estadounidenses y dar el siguiente paso para respaldar la legalización recreativa.
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