Cultivar marihuana en exterior es algo que todo ser humano debería hacer al menos una vez en la vida. Ver como la semilla se trasforma en una pequeña planta y finalmente en una máquina de producir cogollos es cuanto menos increíble. No obstante, hay ciertos problemas a los que los cultivadores tendrán que hacer frente si quieren llegar a la cosecha sin muchos quebraderos de cabeza. A continuación podrás descubrir cómo combatir el estrés por calor o cualquier otro tipo de estrés que pueda dañar tus queridas plantas.
Por Stoney Tark
Protección contra el sol
De primeras, privarlas de los preciados rayos de sol podría parecer contraproducente. Sin embargo, es importante recordar que la temperatura diurna ideal para las plantas es de unos 24 °C, mientras que la nocturna no debería superar los 19°C. Es por eso que en el sur de Europa, por ejemplo, donde las temperaturas llegan a superar los 35 °C durante la época estival, no resulta una idea tan alocada. Las altas temperaturas pueden hacer que la humedad del medio de cultivo desaparezca a pasos agigantados, lo que lleva a las plantas a transpirar demasiado y a cansarse en exceso. Una buena manera de evitar que esto ocurra es cubrir la planta con una fina tela perforada durante las horas de mayor intensidad lumínica (entre las dos y las tres del mediodía, sobre todo, en junio, julio y agosto). Tus plantas lo agradecerán. La tela ayudará a protegerlas del sol y a reducir la temperatura ambiente. A la larga, esas tres horas diarias de sombra reducirán considerablemente el nivel de estrés térmico. Colocar una tela es tan fácil como extenderla sobre cuatro palos de bambú, asegurándote siempre de que no entre en contacto con las plantas. La sombra crea un ambiente mucho más agradable para el crecimiento de las mismas.
Horas de riego
Este aspecto es de vital importancia tanto en cultivos pequeños como en la agricultura a gran escala. Muchos cultivadores piensan que fertilizar las plantas cuando están más expuestas al calor es lo más adecuado siempre y cuando se tenga cuidado con no pulverizar las hojas en contacto directo con la luz del sol. Este método, sin embargo, no es tan efectivo como realizar el riego a primeras horas de la mañana o a última de la tarde. La razón por la que recomendamos regar en pequeñas cantidades solamente durante esos momentos es que la transpiración se ralentiza y, por lo tanto, las plantas retienen el agua con mayor facilidad. Al anochecer, la temperatura refresca y el medio se mantiene húmedo. Durante las horas de mayor calor, tus plantas deberán estar a la sombra, aunque también es un muy momento para que el medio de cultivo se seque. Si dejas que el medio se seque y ventile hasta el punto de no notar mucho peso al levantar la maceta, lavarás el sustrato y contribuirás a mejorar la circulación del aire. La mitad de fertilizantes con una frecuencia dos veces superior a la habitual ayudará a reforzar el sistema radicular y a reducir el estrés causado por la excesiva transpiración de las hojas durante las horas más calurosas del día.
Mejora del medio de cultivo
Una excelente manera de mantener el medio de cultivo húmedo aun limitando el riego es mejorando la composición del sustrato. No hablamos de aumentar su contenido de micro o macronutrientes, sino de fomentar la capilaridad y el poder de absorción de agua. Cultivar en un sustrato denso puede causar problemas de transpiración y de retención hídrica. Por ello, recomendamos usar fibra de coco como solución. El coco tiene una increíble capacidad para retener agua en el sustrato. De hecho, muchos cultivadores hidropónicos utilizan una mezcla 50/50 de coco y perlita ya que mejora el drenaje, la retención hídrica y la acción capilar. La vermiculita es también una opción maravillosa para mantener el medio húmedo. Se trata de un mineral formado por filosilicatos hidratados que se crea al calentar dicho mineral. Mezclarla en una proporción del 50/50 con el sustrato puede también resultar muy beneficioso.
Lo que no debes hacer…
Hay muchas decisiones que podrían ser perjudiciales para el desarrollo de tus plantas. ¿Quieres conocer algunas de ellas? Nunca pulverices las hojas cuando están en contacto directo con la luz del sol, por mucho que tu intención sea refrescarlas en un día extremadamente caluroso. Esto solamente aliviará el calor momentáneamente y los daños a largo plazo serán irreparables. Pero lo que en ningún caso debes hacer es pulverizarlas con una solución de nutrientes ya que provocará quemaduras en el tejido foliar. No uses agua helada cuando las temperaturas sean muy altas. Sabemos que la intención es buena, pero el agua congelada puede resultar excesiva para la zona radicular y provocar problemas en la microbiología del suelo. No dejes las macetas apoyadas directamente en el suelo. Si estás cultivando en la terraza, asegúrate de mantenerlas en alto con la ayuda de un palé o alguna otra superficie elevada. El calor del suelo calentará rápidamente las macetas y acabará con cualquier ápice de humedad que pudiera haber en el sustrato en un abrir y cerrar de ojos. La circulación de aire caliente no causará tanto estrés como un recipiente de plástico caliente, así que asegúrate de que eso no ocurra. El riego excesivo puede llegar a ser muy peligroso, sobre todo, durante las horas del mediodía. Debes evitar la tentación de añadir más agua a la solución nutritiva. Recuerda que "menos es más" y que esto solo hará que las plantas se marchiten. La costumbre de regarlas demasiado puede causar problemas de deficiencias por culpa del intento de las raíces de equilibrar las necesidades de las plantas.
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